A la manera de Chéjov
Con Quemado por el sol, Nikita Mijalkov vuelve al mundo de Chéjov, pero lo hace desde una posición muy diferente, mucho más arriesgada que en otros trabajos.Narrada a lo largo de ua vuelta hacia atrás, describe con minuciosidad un caluroso día el verano de 1936 en una dacha. En su triple calidad de protagonista, coguionista y director, Nikita Mijalkov sabe transmitir la tranquilidad que caracteriza un mundo desaparecido, conservado milagrosamente en medio de unos absurdos reflejos de la revolución. Nikita Mijalkov brilla como actor y director en las escenas con su mujer, la excelente Ingeborga Dapkounaite, y con su hija, encarnada por su propia hija en la vida real, Nadia Mijalkov, pero como suele ser habitual en él muestra una cierta tosquedad narrativa. Mucho mejor guionista que realizador, a pesar de que consigue un alto nivel en el resultado final, se tiene la sensación de que en determinados momentos -la larga escena del baño en el río, el excelente final donde se aglutinan diversos elementos dispersos durante la película- podía haber llegado. todavía más lejos con tan sólo cuidar un poco su siempre algo deslavazada forma de planificar. Nikita Mijalkov hubiera podido conseguir que Quemado por el sol no sólo fuese una gran película, sino una indiscutible obra maestra.
Quemado por el sol
Director: Nikita Mijalkov.Guionistas: Nikita Mijalko y Roustam Ibraguimbekov. Rusia, Francia, 1994. Intérpretes: Oleg Menchikov, Ingeborga Dapkounaite, Nikita Mijalkov. Estreno en Madrid: Gran Vía, Luchana, Bellas Artes (V.O.).
Babelia
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