La tijera presupuestaria
El recorte del gasto público golpea a las empresas constructoras y de material militar
Los empresarios suelen ver bien que sus clientes gasten mucho y que el Estado ahorre todo lo posible. Pero cuando el Estado es el mejor cliente de uno, la situación se complica. Es el caso de las grandes consructoras y de los fabricantes, de material militar. El Ministerio de Obras Públicas y Transportes es el principal cliente de las primeras, y el de Defensa el prácticamente el único cliente de las segundas, de modo que no es extraño que el reciente recorte en los Presupuestos, Generales del Estado para el presente año -particularmente drástico en el caso de esos dos departamentos- traiga de cabeza a los empresarios de los dos sectores.El tijeretazo a los Presupuestos se compone de un recorte directo de 150.000 millones de pesetas, y un reajuste -una parte de los créditos iniciales que los ministerios no pueden reconocer por el momento- por valor de otros 407.000 millones.
. Sumando uno y otro -más de medio billón de pesetas-, Obras Públicas y Transporte y Defensa, los dos ministerios inversores por excelencia, se llevan la palma del ajuste con un recorte en sus presupuestos de 155.000 y 54.000 millones de pesetas, respectivamente.
Llueve sobre mojado. Las licitaciones oficiales de obras por el sector público ya sufrieron un recorte de más del 20% entre los meses de enero y octubre del año pasado, según los cálculos de la patronal de las empresas constructoras SEOPAN. La, demanda militar, por su parte, no ha hecho más que debilitarse desde el final de la guerra fría con la caída del muro de Berlín en el año 1989. Para las industrias de ambos sectores, el recorte ha venido a poner la puntilla a una faena que ya iba de capa caída.
. "El recorte nos obliga a reconsiderar el futuro de la actividad", señala José Luis Pastor, secretario general de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC). Las empresas constructoras están reduciendo sus carteras de pedidos de obra civil, y sustituyéndolas por edificaciones.
La patronal,SEOPAN ve con preocupación que sus expectativas se evaporen "cuando el sector apenas había empezado a reponerse" de la reciente crisis económica. Pero el reajuste es ya cosa hecha. Los constructores creen que lo urgente ahora es que se defina cuanto antes el nuevo marco para así poder adaptar su producción.
"El ajuste ha venido por' sorpresa" se lamenta Gabriel Peña, vicepresidente de la patronal de Defensa Afarmade, "y justo en un año en que el ministerio había planificado muy bien". Sorpresas es lo último que necesita este sector, que se caracteriza por contratar proyectos a más de cinco anos vista y por la utilización de personal altamente cualificado., Un personal que, por cierto, puede verse en problemas.
"Esta es una industria de arrastre, un motor" señala Peña. El sector emplea directamente a unos 17.000 trabajadores. La patronal estima que el recorte puede provocar la pérdida de 3.000 o 4.000 de esos puestos dé trabajo directos y, por efecto multiplicador, de otros 15.000 o 20.000 empleos en las empresas satélites. "A ,menos", puntualiza Peña, ''que tengamos ' rápidamente in formación sobre cuáles son los planes para el futuro". Aunque los detalles están por determinar, no hay riesgo en hacer algunas predicciones. Es seguro, por ejemplo, que las partidas afectadas no serán las de gasto corriente, sino las de inversión. Dentro de éstas, los programas de participación en proyectos militares europeos se consideran intocables. Las, exportaciones de material militar son imprescindibles para que su producción sea rentable. ¿Dónde recortar, entonces?
Según opinan fuentes del sector, las importaciones llevan todas las de perder, cárgando tal vez con un'60% del reajuste. Y dentro de las empresas nacionales, las empresas llamadas "plataformistas" -que fabrican el equipo pesa do (tanques, cañones, etc ... )- saldrán peor paradas que las de material electrónico.
En cualquier caso, unas y otras están acelerando su diversificación tecnológica para introducirse en el mercado de paisano: desde la reparación de helicópteros civiles hasta las alarmas domésticas, pasando por la detección de incendios forestales, los simuladores navales y las tuberías de composite. "El hacer paces también suele ser triunfos de gjaerra", que dijo Calderón de la Barca.
Fuego de ida y vuelta
No hay que irse muy lejos para encontrar una aplicación civil de las tecnologías desarrolladas inicialmente con fines militares. Seguramente, el lector tiene un ejemplo en la cocina de su casa: la lavadora automática, que surgió durante la década de los cincuenta para hacer la colada del nutrido gentío uniformado que poblaba los primeros portaviones. Otros ejemplos: los rayos láser de las discotecas, las frecuentemente molestas alarmas de los comercios, el bisturí electrónico y las prótesis de fibra de carbono.
Vendrán más. Los recortes que la mayoría de los gobiernos occidentales están efectuando en los gastos de defensa están forzando a la industria militar a diversificarse y buscar nuevas aplicaciones a sus tecnologías.
La compañía Expal (Explosivos Alaveses), por ejemplo, que se estrenó en el año 1946 cargando granadas de mortero, está aprovechando su experiencia para desarrollar sistemas de extinción de incendios forestales.En una de las modalidades, las cargas extintoras se disparan desde un vehículo lanzacohetes. En otra, unos cestillos con espuma extintora se esparcen desde un helicóptero -un método inspirado directamente en los sistemas de disernmación de mirlas, anticarro-.
Los buques de guerra y submarmos lanzatorpedos de la empresa Bazán están también dejando paso a, los Jirries de alta velocidad para el transporte de pasajeros y vehículos.
Uno de ellos -el ferry Alhambra- funcionará para enlazar la Península con las Islas Baleares. Tal vez a modo de atavismo, el Alhambra dispone además de un sistema integrado de vigilancia, control y alarma, amén de dos redes de monitores de seguridad.
Un reciente informe de la patronal de Defensa recuerda que, en estos, tiempos, las conquistas se hacen con el sometimiento a las tecnologías". Puede que esto no sea exactamente hacer el amor. Pero cada vez se parece menos a hacer la guerra.
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