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Cuatro artes diferentes

Entre las muchas novedades de la próxima Bienal de Venecia, que abrirá oficialmente sus puertas el 11 de junio del presente año con el especial boato conmemorativo de celebrarse el centenario de la misma, algunas parecen favorecer al arte español, como la de haber sido seleccionados Antonio Saura y Antonio López dentro de la muestra internacional, que se exhibe en el pabellón central, junto a la representación italiana. De confirmarse, la presencia artística de nuestro país sería, entonces, doble: por un lado, la ya anunciada del pabellón español, cuyo comisario es el crítico de arte Fernando Huici, que presenta la obra de Eduardo Arroyo y Andreu Alfaro, y, por otro, ésa que acabamos de mencionar de Antonio Saura y Antonio López García.El autor de esta última decisión ha sido el responsable máximo de esta edición de la Bienal, el francés Jean Clair, sustituto del polémico Achille Bonito Oliva y, a lo que parece, completamente decidido a romper con el estilo y la estrategia seguidas durante la etapa anterior, iniciada en 1980.

Pero, al margen de estos cambios de orientación general, lo que aquí y ahora nos interesa es sólo destacar esta presencia artística española por duplicado y, sobre todo, evaluar su significación. En este sentido, y contra la corriente imperante mayoritariamente hasta el momento, nos encontramos con cuatro artistas españoles ya bien adentrados en la madurez. y de reconocido prestigio internacional. De hecho, entre Andreu Alfaro (Valencia, 1929) y Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) hay ocho años de diferencia, mientras que entre Antonio Saura (Huesca, 1930) y Antonio López García (Tomelloso, 1936), sólo seis.

Se trata, así pues, de una misma generación, aunque con actitudes y estilos muy diversos entre sí, lo cual ayudará a romper con el tópico de un arte español cortado por un mismo patrón. El escultor Andreu Alfaro es, por ejemplo, un constructivista; Antonio Saura, un expresionista; Antonio. López, un realista, y Eduardo Arroyo, un neofigurativo próximo al pop europeo, mientras que los cuatro en su conjunto escenifican muy bien el principal debate vanguardista que se produjo tras la Segunda Guerra Mundial: el del expresionismo abstracto y el de las reacciones que se produjeron tras la crisis de éste. En todo caso, al margen de sus señas de identidad artística originales, se presentan ahora en Venecia con lo que ahora mismo hacen, y por ello serán juzgados. Dada la envergadura de la plataforma internacional en la que están, las expectativas y nuestra atención deben ser máximas.

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