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Neurólogos de EE UU hallan diferencias de actividad en el cerebro de hombres y mujeres

Ellos y ellas son distintos en procesos cognitivos y emocionales

Los hombres y las mujeres reaccionan de modo diferente en pruebas mentales de actividad motora y verbal, por ejemplo. ¿Se debe a diferencias culturales y educacionales o interviene el sustrato biológico en ello? Un equipo de neurólogos estadounidenses ha descubierto que, aunque la actividad cerebral es similar en uno y otro sexo, hombres y mujeres muestran diferencias significativas en ciertas áreas relacionadas con procesos cognitivos y emocionales. Los investigadores han visto el cerebro en acción de 61 personas adultas sanas utilizando modernas técnicas de imagen.

Los hombres manifiestan una mayor actividad en las regiones del sistema límbico temporal -en la que residen actividades emocionales- y en el cerebelo -involucrado en el control de movimiento-, afirman hoy en la revista Science, Ruben Gur y sus colegas de la Escuela de Medicina de Pensilvania (Filadelfia, EE UU). Esta es la primera conclusión de su investigación, en la que han analizado 36 zonas cerebrales y han hallado diferencias significativas entre ambos sexos en 17 de ellas. "Los resultados son consistentes con la hipótesis de que diferencias en procesos cognitivos y emocionales tienen una base biológica", afirman. El sistema límbico es la parte más antigua, evolutivamente, del sistema nervioso y esta relacionada con la actividad emocional, explica Alberto Ferrús, director del Instituto Cajal (del CSIC).Los investigadores de Pensilvania han utilizado la Tomografía por Emisión de Positrones (PET), una moderna técnica no invasiva que permite observar el funcionamiento del cerebro humano en vivo. Con ella, los neurólogos no dependen únicamente de extrapolaciones a partir de estudios en animales, de autopsias, de estudios comparativos en personas con daños cerebrales o de métodos psicológicos. Estos otros enfoques habían indicado ya diferencias en el cerebro de hombres y mujeres pero, hasta ahora, no se habían identificado distinciones en estas regiones concretas en pleno, y normal funcionamiento. Gur y sus colegas realizaron la investigación en 37 hombres y 24 mujeres, con 27 años de edad media.

"Este trabajo es sólo el principio y los resultados son todavía preliminares. Hasta ahora se ha negado una cosa evidente: que el hombre y, la mujer son distintos, lo cual no quiere decir, por supuesto, mejores o peores, sino mejor en unas cosas y peor en otras", comenta Francisco Rubia, catedrático de, la Universidad Complutense (Madrid). "Se dice, por ejemplo, que el hombre es mejor en funciones espaciales y la mujer en lenguaje, que por eso hay tantas escritoras", continúa. "Pero estas ideas son especulativas y ahora, con las técnicas de imagen, se avanzará mucho".

Un puñetazo, un insulto

Gur y sus colegas apuntan: "En la regulación emocional, los hombres tiene mayor tendencia a expresar emoción instrumentaImente, mediante la agresión física por ejemplo, mientras que las mujeres utilizan más la mediación simbólica, como la expresión oral". Esto quiere decir, en palabras llanas, que los hombres son más proclives a dar un puñetazo como reacción emocional, mientras que las mujeres tienden a proferir un insulto.

"Nuestro objetivo era evaluar diferencias por sexo en la distribución del metabolismo cerebral de regiones límbicas e investigar las asimetrías sistemáticas que pueden ayudarnos a comprender aspectos de la especialización funcional de los hemisferios", dicen los investigadores. Y han detectado diferencias y asimetrías en los dos hemisferios, aunque el perfil de actividad metabólica es similar en los dos sexos.

Los dos hemisferios del cerebro tienen funciones distintas, explica Rubia, y ha habido una gran polémica acerca de si el lenguaje, por ejemplo, está más lateralizado en las mujeres que en los hombres, o las tareas espacio-visuales. "Se ha especulado sobre la posibilidad de que esto esté relacionado con él hecho de que apenas haya mujeres ajedrecistas porque esa actividad requiere una memoria espaciovisual tremenda", dice.

La PET mide la actividad de regiones cerebrales introduciendo en la sangre de las personas estudiadas un elemento de baja radiactividad asociado a la glucosa. Los detectores alrededor de la cabeza registran la. radiactividad en las diferentes zonas y el consumo de glucosa, que es el alimento por excelencia del cerebro. "El aumento del metabolismo en esas zonas significa un mayor flujo de sangre y que toda la maquinaria energética de las células trabaja más, probablemente con consecuencias en el comportamiento", explica Ferrús. En España no hay ningún aparato PET, destaca Rubia, aunque un equipo se instalará en la Universidad Complutense.

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