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Londres abre la primera feria de arte entre la apatía de los compradores

Los españoles Sicilia y Plensa muestran sus obras

La primera feria de arte contemporáneo del año, Art 95, se inauguró el miércoles en Londres con nuevos aires internacionales, nuevas secciones y una tenue confianza por parte de los más de noventa galeristas participantes en que el decaído mercado del arte que floreció de forma desbordante en los años ochenta inicie su esperada recuperación. De momento, sin embargo, los organizadores se conforman con superar el listón de visitantes -unos 24.000- que acudieron al Business Design Centre, en la pasada edición de la feria.

En cuanto a compradores, la mayoría de los galeristas reconoce que a estas alturas de la crisis económica, el arte, -sobre todo por sus precios inaccesibles- ha pasado a ocupar un sitio secundario en las necesidades consumistas del ciudadano medio. A primera hora de la mañana -la feria, que se clausura el domingo, abre sus puertas a las once- el espacio abierto y diáfano del Business Design Centre aparece casi completamente vacío. Galeristas con poco trabajo si guen con la mirada a los escasos visitantes cargados de folletos. Ocupando un lugar estrella, seis galerías belgas están presentes por primera vez en sus siete años de historia, en la Feria de Arte Contemporáneo de Londres. Un fenómeno enteramente británico hasta ahor, donde encuentran acomodo principalmente galerías de Londres, del círculo "dorado" de Bond Street, aunque no puede decirse que estén "todas las que son". La galería belga Transit agasaja al público británico con una exhibición de fotografías de David Byrne, ex líder de Talking Heads, que seguramente encontrará una cálida acogida de público en otro momento del día. "La mañana es una hora mala", corrobora una empleada de Prensa de la exhibición. "Por las tardes la feria se llena de gente".

Sabor español

Michael Hue-Williams Fine Art exhibe obras de dos españoles, el pintor José María Sicilia y el escultor Jaume Plensa. Junto a ellos, algunos de los trabajos, presentados en un formato fotográfico, del escultor Andy Goldsworthy. En la Marlborough Graphics, una pareja de maduras damas comprueba precios ante varios aguafuertes de Pablo Picasso y Lucien Freud, que se exhiben junto a un pequeño Miró. Ambas contemplan reticentes el cartel del precio, entre cinco y siete millones de pesetas los picassos. Claro que en Art-95 se pueden encontrarse cosas más accesibles. James West, dueño ' de una pequeña galería del mismo nombre, ha vuelto a probar suerte, de nuevo este año, con un grupo de pintores que ha, escogido Barcelona como ciudad inspiradora para vivir y trabajar. Algunos. puntos rojos, prendidos aquí y allá, demuestran el éxito de su exhibición. Se trata de un puñado de firmas, algunas catalanas -Jordi Prat, Victoria Lorenzo, Ramón Moscardó- y otras barcelonesas de adopción, como Sarah West, Rosana Casano o Jo Milne, que dan al espacio que ocupa la Galería James West un notable sabor español. West considera que, pese a los augurios optimistas del Gobierno británico, la recesión está lejos de haber quedado atrás. "Ha sido la crisis económica más fuerte desde la Segunda Guerra Mundial, y en el mercado del arte se ha dejado sentir mucho". Otros de sus colegas, caso de los responsables de la Beaux Arts Gallery, consideran, no obstante, que hay un público nuevo interesado en el mercado del arte. A los banqueros, brokers y cantantes de rock les ha sucedido un abanico de jóvenes de clase media con un nuevo interés por la belleza plástica.

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