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Francia anuncia el hallazgo de una 'nueva Altamira'

Enric González

La arqueología tiene desde ayer un nuevo santuario, quizá el más importante, en una gruta de la reserva natural francesa del Ardèche, al sureste del país. El ministro de Cultura, Jacques Toubon, anunció ayer el descubrimiento de una fabulosa serie de pinturas murales, con más de 300 animales, signos y manos, trazadas en varios colores hace unos 18.000 años. El hallazgo es, según Toubon, "uno de los grandes acontecimientos arqueológicos del siglo XX".La gruta, sólo comparable a las de Altamira (España) y Lascaux (Francia) por su valor histórico y artístico, según los especialistas, ha permanecido inviolada desde que por alguna razón dejaron de usarla sus creadores, hace unos 180 siglos: aún están ahí los restos de. las hogueras y las huellas dejadas por los hombres que celebraban sus ritos bajo tierra.

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Las pinturas fueron descubiertas hace varios meses por Jean-Marie Chauvet, el guarda de la reserva natural, durante una exploración. La cuenca del río Ardèche, cerrada entre los Pirineos y los Alpes (al norte de Marsella y al oeste de Grenoble), es una zona calcárea bien c6nocida por los paleontólogos, repleta de cuevas, pozos y ríos subterráneos, y cuenta ya con un Museo de la Prehistoria en la población de Orgnac.

Tras el hallazgo de Chauvet, el Ministerio de Cultura impuso el máximo secreto sobre el asunto, con el fin de disponer de tiempo para datar las pinturas y, sobre todo, para cerrar todos los accesos a la cueva y preservarla en su integridad. Otras maravillas arqueológicas han sido rápidamente devastadas por curiosos, coleccionistas y gamberros. Hasta ayer, la gruta del Ardèche sólo era conocida por su descubridor, el Gobierno y un puñado de expertos.

40 rinocerontes

Las pinturas están al fondo de un corredor subterráneo de medio kilómetro, flanqueado, según Toubon, por "impresionantes formaciones calcáreas y pozos muy profundos". Los colores utilizados, todavía bastante vivos, son el negro, el rojo, el ocre y el amarillo. Además de manos pintadas al negativo (aplicando la pintura en torno a una mano humana) y signos aún no descifrados, hay más de 300 siluetas de animales: bisontes, bóvidos, renos y, cosa muy rara en el arte rupestre conocido, 40 rinocerontes lanudos, dos de ellos enfrentados, como luchando entre sí.

El fondo de la gruta y sus paredes decoradas constituyen, según Jean Clottes, máximo especialista francés en arte mural del paleolítico, "uno de los más bellos santuarios conocidos en el inundo". Para Clottes, el lugar es "hermosísimo por méritos propios, incluso dejando de lado su extraordinario valor histórico". De acuerdo con estimaciones basadas en el estilo y en determinados rasgos rituales, las pinturas podrían ser ligeramente anteriores a las de Altamira.

En la época en que se pintaron las figuras del Ardèche, el clima europeo era muy frío. La glaciación había alcanzado su momento máximo unos 2.000 años antes y el hielo era omnipresente. Renos, bisontes y rinocerontes lanudos eran caza habitual.

La profundidad de la gruta del Ardèche parece confirmar que, como piensan. casi todos los especialistas, las pinturas murales no se efectuaban en las cercanías de las aldeas humanas, sino en lugares especiales destinados a la celebración de ritos relacionados con la caza, cuyos detalles se desconocen. En el trazado de la larguísima gruta recién descubierta no se han encontrado restos ni signos de ningún tipo: todo se concentra al fondo, en el santuario elegido por los pobladores de la región en el Solutrense, el tercer periodo del paleolítico superior, que se extiende aproximadamente desde hace 40.000 años hasta hace 10.000.

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