La fecundación 'in vitro' causa más problemas psicológicos en los adultos que en los niños
La clínica Dexeus participa en un estudio patrocinado por la Comisión Europea
¿Cómo explicarle a Elisabetta, la niña italiana que acaba de ser alumbrada por su tía, que su madre murió dos años antes de nacer ella? Para cuando Elisabetta esté en condiciones de comprenderla, la pregunta tal vez haya perdido la carga de anormalidad que hoy lleva Louise Brown, el primer bebé probeta del mundo es ya una adolescente de 16 años, y la fecundación in vitro es hoy una técnica rutinaria que alumbra miles, de niños. Sólo en España, hay ya más de 2.000. Un estudio acaba de revela que los bebés probeta no sólo no presentan secuelas psicológicas, sino que, en conjunto, son emocionalmente más estables que los niños concebidos "normalmente".
No porque sean niños probeta son más estables, naturalmente. La explicación que dan los autores del estudio es que, en general, los progenitores que han recurrido a la reproducción asistida viven la paternidad de una forma muy consciente, intensa y responsable. Y los niños se benefician de ello. "Lo cual no excluye que algunos presenten problemas, pero, la mayoría de las veces, esos problemas no son más que un reflejo de los que sufren los padres", indica Diana Guerra, jefa de sección de psicología de la clínica Dexeus de Barcelona.Otra cosa es que el uso de la fecundación in vitro de lugar a una situación extraña. Las repercusiones psicológicas que pueda sufrir la niña italiana no procederán tanto de la técnica como de la situación que se ha creado con su nacimiento. Según la explicación que se ha dado de su origen, ella es una niña venida del frío. La madre se había sometido a un tratamiento de fertilidad y uno de los óvulos obtenidos había sido fecundado en tubo de ensayo con el semen del padre. Surgió el embrión de Elisabetta, pero su madre murió en accidente y ella estuvo año y medio, en el congelador. Finalmente, una hermana de su padre accedió a cumplir el deseo de la fallecida: la llevó en su seno durante nueve meses y la alumbró.
Elisabetta es, en primer lugar, un milagro de la ciencia. Sin ella nunca hubiera nacido. Pero este aspecto es, probablemente, el menos conflictivo de su caso. Muchos otros niños son, por diferentes razones, milagros de la ciencia y, en cualquier caso, no deja de ser una excepcionalidad positiva.
Tres madres
Pero en el caso de Elisabetta concurren vanas circunstancias que pueden afectarle negativamente. La psicoanalista Regina Bayo indica que uno de los factores esenciales es quién vaya a ejercer en la práctica la función materna. Si la ejerce la tía, la niña tal vez pueda asimilar lo excepcional de su nacimiento, pero seguramente no le resultará tan fácil explicar que sus padres son hermanos. ¿Cuántos niños conocerá Elisabetta cuyos padres sean hermanos? La idea del incesto es un tabú con milenios de incubación, y en este caso, aunque sea un incesto de tubo de ensayo, puede tener sus secuelas psicológicas, en opinión de Regina Bayo, para todos los que han intervenido en la historia. ¿Y si el padre forma una nueva pareja? La niña puede encontrarse entonces con tres madres: la genética, la uterina y la social. ¿Qué papel asignará a cada una de ellas? Cuando se transgreden las leyes de la filiación se complican las cosas, y en este caso hay una gran transgresión. Los problemas suelen aparecer en la adolescencia, que es cuando se plantean las cuestiones del origen", añade Regina Bayo.
En cambio, cuando se produce en condiciones normales, la fecundación in vitro no tiene por qué dejar secuelas psicológicas. Así lo demuestran los resultados preliminares de un estudio financiado por la Comisión Europea y coordinado por la psicológa Susan Golombok, de la Universidad de Londres. En el estudio han participado la clínica Dexeus de Barcelona, y otros tres centros de reproducción asistida de Londres, Milán y Amsterdam. "Hemos estudiado 400 niños de entre cuatro y ocho años y analizado tanto la calidad de la relación con los padres como su estabilidad emocional, la autoestima y la capacidad de relacionarse con el entorno, para lo cual hemos entrevistado también a los profesores", indica Diana Guerra. "El resultado es que los niños fruto de las técnicas de reproducción asistida tienen menos problemas de adhesión a la madre y tienen menos problemas de relación que los niños adoptados e incluso que los niños normales. Son emocionalmente más estables". Estos niños tienen menos de ocho años y, por tanto, en algunos casos habrá que seguir la evolución para ver qué ocurre más adelante. Diana Guerra señala un factor de peligro: en los casos en que el nacimiento se ha producido mediante una donación, la mayor parte de los padres ha optado, por no revelar al niño su condición de bebé probeta. "Es absolutamente contraproducente, porque cuando hay un secreto entre dos personas, por muy buena que sea su relación, ese secreto crea problemas, y mientras tanto es un factor de angustia para el que lo mantiene", señala Diana Guerra. Salvo algunos casos de donación de semen, en que el silencio se debe a la herida que el padre sufre en su virilidad, el secretismo es consecuencia en la mayoría de los casos del temor de los padres a que el niño pueda ser víctima de la incomprensión sobre lo que significa la reproducción asistida.
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