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La ONU intenta persuadir a Croacia para que permita que sigan los 'cascos azules'

ÁNGEL SANTA CRUZ El Consejo de Seguridad ha comenzado a digerir la decisión croata. de cancelar el 31 de marzo, por inoperante, la presencia de tropas de la ONU en su territorio. Mientras Zagreb anunciaba ayer que la medida es irrevocable, el secretario general de la ONU, Butros ButrosGali, mostraba su confianza en persuadir al presidente Franjo Tudjman para que cambie de idea.

La contundente medida croata muestra que más de tres años después de la disolución de Yugoslavia sigue sin resolver el problema de qué hacer con las minorías serbias en Croacia y Bosnia que se niegan a formar parte de otros Estados. La ONU, que dice haber comenzado sus preparativos de evacuación a pesar de que el Gobierno permite a la organización internacional permanecer hasta el 30 de junio, teme que su retirada de Croacia pueda desembocar en una guerra renovada y ampliada entre Zagreb y Be1grado y dinamitar lo poco conseguido en Bosnia.El presidente Tudjinan ha escrito a Boutros-Gali que echa a los cascos azules porque los 14.000. soldados de la ONU sólo han conseguido en tres años cristalizar un statu quo de ni guerra ni paz en Croacia. Hay quienes creen que, a sus 72 años, el nacionalista autócrata que manda en Croacia no quiere acabar su reinado siendo el presidente de un país amputado, en el que un tercio de sus 56.000 kilómetros cuadrados, la denominada Krajina y antes Frontera Militar, está desde 1991 en manos de los serbios radicales que se levantaron contra la independencia de Croacia.

La participación de los serbios de la Krajina en los recientes ataques contra el enclave bosnio de Bihac, puerta de Croacia, y la incapacidad de la ONU y la OTAN para detenerlos han acabado de convencer a los croatas de que una parte sustancial de su país puede quedar no sólo fuera de su control, sino estrechamente asociada a los serbios de Bosnia.

La consecuencia es que se han exacerbado los viejos agravios contra los cascos azules, que llegaron a Croacia hace tres años con la misión teórica de reintegrar a sus hogares al. cuarto de millón de croatas expulsados por los serbios y facilitar la restitución a Zagreb del terreno secuestrado en la guerra. Nada de eso ha sucedido.La Krajina es uña franja de solada y montañosa de cientos de kilómetros en forma de bumerán que se ciñe en su mayor parte a la frontera con Bosnia y corta el norte de Croacia de su costa dálmata, además de ser un nudo clave de comunicaciones.Purificación étnica

Los ultranacionalistas serbios han limpiado desde 1991 este territorio -cuya capital, Knin, está junto al Adriático- de habitantes y vestigios croatas mediante la purificación étnica, el saqueo y la dinamita. En la antigua Frontera Militar, convertida en un pseudoestado-guarnición, reinan señores de la guerra y contrabandistas que hasta hace muy poco eran mantenidos por el presidente serbio, Slobodan Milosevic, un "pirómano convertido en bombero", según la prensa croata.

A Tudjman le apoya en su decisión de poner fin a la presencia de la ONU la mayoría de los croatas, incluso una parte importante de la oposición, y por supuesto un Ejército rearmado en los últimos años, con ganas de revancha y controlado por el ala derecha del partido gobernante, la Unión Democrática Croata. El viejo general decidió su órdago el mismo día en que el Consejo de Seguridad, con 14 votos a favor y la abstención rusa, prorrogaba por 100 días la suavización de sanciones contra el régimen serbio por su cooperación en la pacificación de Bosnia.

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El Consejo, sin embargo, ha decidido reforzar los controles fronterizos que permiten ahora la llegada de combustible refinado en Belgrado a los serbocroatas. Su presidente, el ultra Milan Martic, dijo ayer que esta medida "dinamita las conversaciones en curso con Croacia y que, bajo el patrocinio de EE UU, Rusia y la Unión Europea, habían conseguido acercar, en materia económica y de comunicaciones, a Zagreb y Knin.

En una sombría alocución televisada, el presidente croata ofreció el jueves "a los ciudadanos serbios de Croacia los niveles más altos de autonomía que se conceden en el mundo a una minoría", a cambio de que acaten la Constitución y la soberanía de Zagreb sobre el territorio que ocupan militarmente. Pero en su huida hacia adelante con sus maestros de Pale, los serbocroatas, 40.000 hombres en armas de una población total de 200.000, dicen no conformarse con menos que la independencia.

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