Caligula, el cuadro y

los libros

José Luis Gómez está preparando el montaje de Caligula, de Albert Camus, con la música que escribió Bowles para esa obra de la soledad y del poder; Eduardo Úrculo prepara un cuadro sobre el nómada de El cielo protector; J. J. Armas Marcelo acaba de publicar Madrid Distrito Federal, una novela en la que Bowles es personaje central de la ficción; y el propio Bowles ve editada ahora una amplia selección de su correspondencia con otros en Seix Barral. En su cumpleaños tenía, como regalos musicales, las obras recientes de los jóvenes flamencos españoles, y las composiciones últimas de los músicos Alberto Iglesias y Tedody Bautista, el creador rockero de Los Canarios y actual vicepresidente de la SGAE, además de una manta española -la de Canal +, por cierto con la que abrigar su inveterada relación con la cama y su paciencia ante el televisor. Las referencias de Bowles a España o al castellano son abundantes en su obra y en sus obsesiones; Sevilla es su ciudad preferida y el castellano una de sus lenguas de nómada. Su cm es su propio mundo, en el que resiste libre los embates de la fama y del tiempo. Le asombra el interés que en España se tiene por él y cuando se ve abrumado por ello tiende a decir que probablemente creen que él es otro. El día de su cumpleaños estaba -como siempre últimamente, en los tiempos recientes- preocupado por el integrismo islámico que ha hecho del norte de África un polvorín intolerante, pero cuando los marroquíes que le rodeaban en su cumpleaños le cantaban en inglés el Happy birthday, dear Paul sonreía otra vez como cuando se llevó las atenuadas alegrías de su vida.