El Premio Herralde de Novela, literatura por partida doble
Aunque el Libro de estilo de este periódico aconseja no utilizar la expresión ex aequo en un texto noticioso, resulta difícil no utilizarla a la hora de referirse al Premio Herralde de Novela, que ayer se presentó en Madrid, y es que en esta ocasión, el premio que viene organizando la editorial Anagrama desde 1983 se tuvo que desdoblar, optando el jurado por una decisión salomónica, y así, Pedro Zarraluki, con La historia del silencio, y Carlos Perellón, con La ciudad doble, obtuvieron "con igual mérito" (que así define la biblia de este diario el latinajo) el galardón.Y por eso, los dos galardonados tuvieron dos presentadoras en iguales condiciones, quedando los dos finalistas (pues este año hubo también dos finalistas, Ismael Grasa, el uno, en China, y Teresa Ruiz Rosas, la otra, en Friburgo: los libros se publicarán en las próximas semanas) para otra ocasión.
Jorge Herralde, el anfitrión, se felicitó no de haber encontrado dos buenas novelas, como lo son para el editor la ganadora y la finalista de cada año, sino cuatro, "cuatro textos", dijo, "que responden a la filosofía del premio, esto es, premiar buena literatura, consolidar nombres que necesitan ser consolidados y descubrir a la vez nombres nuevos".
El a consolidar era Pedro Zarraluki, que ya ha publicado tres libros con Herralde, y el a descubrir era Carlos Perellón, desconocido, tal vez, para Herralde, pero no para su presentadora de ayer, la escritora Soledad Puértolas, quien participó en el jurado que este mismo año le concedió, por Amanda, el Premio Ciudad de Majadahonda. Y en calidad de experta en Perellón, habló de esta "novela circular" (Nueva York-Madrid-Nueva York) contada por "un narrador que quiere que todas las piezas encajen, y en esto demuestra ser muy hábil", y que, en definitiva, "está escrita desde el lado oscuro de la vida".
Encarna Castejón, responsable de la revista literaria El Urogallo, se ocupó de leer un par de folios, sobre la obra de Pedro Zarraluki. Se trataba de adentrarse en La historia del silencio y destacar de su autor "su amor por los equilibrios difíciles"; se trataba de argumentar la posición del "narrador perplejo", de contar esa "historia perfecta, esa caja insonorizada que los protagonistas se pasan unos a otros sin saber muy bien qué hacer con ella". Esa historia del silencio, a la que hace referencia la novela de Zarraluki, resulta ser "una tentativa de abrir el silencio, como Pandora abre su caja", un silencio, además, "que se vuelve absurdo", y una novela, en fin, en la que "el sentido del humor y del experimento aparecen a partes iguales".
Babelia
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