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Los centros de arte actual franceses, en grave crísis

Se hunden los mercados del arte en Francia

En 1981, el ex ministro de Cultura Jack Lang creó una nueva política para el arte. A los museos se sumaron las versiones autóctonas de las kunsthalles (centros de arte) alemanas y suizas, espacios abiertos a la creación contemporánea, sin colección propia y gestionados por equipos jóvenes y reducidos. El invento es llamado CAPC (Centre d'Arts Plastiques Contemporains) y en 12 años aparecen 21 de ellos repartidos en lugares no siempre previsibles. En 1994, varios CAPC cerraron sus puertas, otros atraviesan graves crisis de público y gestión y sus criterios fundacionales son cuestionados por la realidad.

Si los museos franceses no compraron su primer Picasso hasta finales de los años cincuenta, luego han recuperado el tiempo perdido. El Beabourg de París, los museos de Grenoble, Saint Étienne, Lyón, Lille, Rennes, Quimper, Nantes, Niza, Estrasburgo, Marsella o Lille se ocupan del arte contemporáneo, y los creadores no tienen que esperar a la muerte para ver como las instituciones se interesan por su trabajo.Esa actitud no siempre se coordina de manera satisfactoria con la labor de los CAPC. Por ejemplo, la directora del CAPC de Grenoble, Adelina von Furstenberg, encargó a Boetti un montaje valorado en un millón de francos (24.600.000 pesetas) con la promesa de que el Museo de Lyón compraría luego la obra por 550.000 francos, pero la promesa ha quedado incumplida.

Parece que los alcaldes prefieren los museos a los CAPC: porque las fluctuaciones del mercado del arte contemporáneo, han, contribuido a sembrar la duda sobre el valor de las obras; porque esas mismas obras llevan en su ser la semilla de la autodestrucción. ¿Cómo almacenar piedras de Long? ¿Cómo mantener viva una performance? Además, las grandes exposiciones, como la dedicada en Nantes a la vanguardia rusa, tienen un atractivo didáctico-histórico que atrae a vanas centenas de miles de visitantes frente a las 10 o 12 personas que, con suerte, se atreven a cruzar las puertas de un CAPC.

Los CAPC de Rennes y Rouen han cerrado; el de Meymac debe 600.000 francos, una fortuna para un pueblecito de 2.000 habitantes; el de Dijon recibió en 1993 un total de 8.000 visitantes, que fueron 11.000 en Tours y 15.000 en Vassiviére, mientras que el de Grenoble, considerado como el mayor de los 21 CAPC, atrajo a 20.000 personas. En Burdeos, Jean Louis Froment, uno de los padres de los CAPC, logré en 1984 que el suyo cambiase de estatuto y se transformase en museo. Froment ha sabido apoyarse en la sensibilidad artística del matrimonio Chaban-Delmas y lograr así que parte de las 60 personas que trabajan en su museo cobren los salarios directamente del ayuntamiento.

El mercado del arte se hunde, pero parece que algunos de sus comisarios no quieren irse a pique con él. Las leyes de la oferta y la demanda son válidas para la mercancía y los artistas, pero no para los funcionarios que se ocupan de consagrar conceptuales, neoexpresionistas, transvanguardistas, minimalistas o postodo. Froment cobra 99.623 francos mensuales (2.450.000 pesetas), una cantidad que él justifica en el diario Le Monde, explicando que "es el reconocimiento de una trayectoria a la cabeza de un museo que yo he fundado. Además, en tanto que contratado, ni tengo garantía de empleo ni de residencia fija".

El sueldo de Froment -el doble que el del conservador del Louvre- ha despertado irritación y otro tanto sucede con sus gastos -viajar a Nueva York en Concorde, por ejemplo-, pero no es el único en la picota, ya que los 193.000 francos de Von Furstenberg en gastos de representación se suman a los cinco administradores que se han sucedido, en cinco años, en Grenoble.

El arte contemporáneo no padece sólo descrédito comercial y desconfianza de la ciudadanía, sino también la mala fama de algunos gestores. Éstos se defienden: el Estado no gasta más de 17 millones de francos al año en sus CAPC, sin estos centros los museos van a perder un filtro importante, y quienes lanzan críticas lo hacen porque quieren desacreditar el arte contemporáneo en su conjunto. El alcalde de Burdeos, Chaban-Delmas, defendió así su museo: "¡El CAPC es conocido en la Quinta Avenida de Nueva York!", afirmación a la que respondió con soma un ciudadano: "En Nueva York, quizá sí, pero, ¿y en Burdeos?".

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