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Entrevista:

"Nada hace tanto daño como el espejismo del absoluto"

"Odio la noche". Esta declaración de principios, que comienza La guerra de Galio (Alfaguara), resume y adelanta la intención de sus 547 páginas: alegar en contra del absoluto, se encuentre éste en la política, la idea o el sentimiento, y a favor del relativismo, de la impureza. "No he visto nada que haga tanto daño como el espejismo de lo absoluto", dice el escritor mexicano Héctor Aguilar Camín, que a sus 48 años ha presenciado ya unos cuantos sacrificios de amigos que cayeron al abismo precisamente porque creyeron que se podía alcanzar el mito. "Yo pertenezco a una generación muy apasionada, que además sobreactuó". Él es uno de los escritores mexicanos -los otros son Carmen Boullosa, Bárbara Jacobs y Daniel Sada- que han presentado estos días sus obras en España, apadrinados por Carlos Fuentes.Ni que decir tiene que una existencia encomendada a la diosa Relatividad no resulta fácil y "puede ser una coartada para el cinismo y la abstención", dice Aguilar. "Es muy difícil vivir sin los patriotismos varios, pues se puede ahogar la ilusión y con ello el motor del mundo. Supongo que lo que hay que hacer es intentar vivir con la cabeza fría y el corazón caliente".

La guerra de Galio es en realidad un conjunto de tres novelas. Inspirada vagamente en un cambio de poder que se produjo en el periódico Excelsior de México es, por un lado, la novela del talento perdido en la lucha de la gran urbe. Al tiempo, es la novela de la guerrilla que actuó en México de los años setenta, tras la matanza de Tatlelolco (1968), con la radicalización de muchos jóvenes (varios amigos de Aguilar Camín) y la permanente desnaturalización del carácter político de esa guerra por un poder que conseguía reducir la subversión a un relato inconexo de sucesos en la página roja de los periódicos. "En México, la represión de los años setenta fue invisible", dice el autor. Y es, por último, la novela del periodismo, con un conocimiento de sus entresijos y de los posibles conflictos entre un gran diario y el poder político que revela una larga experiencia profesional: alejado de las redacciones desde hace varios años, Aguilar Camín fue coordinador editorial del diario Unomásuno y subdirector de La Jornada. Historiador en origen en la actualidad dirige la revista mensual Nexos y la editorial Cal y Arena.

"No puedo imaginar para mí una vida intelectual sin una vertiente de discusión pública y pasión política", dice. "Pero no debemos confundir los medios. Los de un escritor son la palabra, la información y la independencia de juicio. Pocos errores más grandes puede cometer un escritor que creer que su oficio y el de la política son compatibles. Yo he tenido sucesivas ofertas de cargos públicos desde 1976. Siempre he rehusado porque he aprendido que la política es un oficio y una pasión que no se puede improvisar, aunque parezca fácil. Y mucho más en México, donde a la política se llega por amistad, y por amistad se progresa en ella. La idea de aguantar todos esos ritos me resulta intolerante. Prefiero ser amigo del secretario [ministro en México], que secretario del amigo".

Periodismo y literatura

Tanto el periodismo como la literatura pueden alcanzar la categoría de arte, siempre y cuando se atengan a sus propias reglas y no se mezclen, piensa Aguilar Camín. En cuanto a la práctica, el escritor ha comprobado que para él la simultaneidad es incompatible: "Yo necesito y sólo puedo escribir tres o cuatro folios al día, y si son de periodismo, ya no son de literatura". Incluso cuando era periodista de tiempo completo tenía que pedir vacaciones para escribir sus libros. "El periodismo es un mundo absorbente y adictivo, que cada vez pide mayores dosis".

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