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Las elecciones de hoy en Uruguay suponen la ruptura del bipartidismo por la izquierda

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIAL Por primera vez desde el nacimiento de esta pequeña república suramericana, la izquierda uruguaya puede igualar al Partido Nacional (blanco) y al Colorado en unos comicios que decidirán la presidencia del Gobierno, el Parlamento y las alcaldías del país. "¡Vamos!, ¡Vamos!, !que podemos, carajo!", arengaba animoso, un anciano de largas y blancas barbas que destacaba sobre los jóvenes abanderados del izquierdista Encuentro Progresista (EP) que, apiñados en una furgoneta descubierta, pedían el voto para su movimiento en las elecciones generales que hoy tienen lugar en Uruguay.

La votación incluye un plebiscito sobre la asignación de un 27% del presupuesto para educación y otro sobre reformas a la Seguridad Social.

Los candidatos del conservador Partido Nacional, en el Ejecutivo de un país paternalista y cívico, con tres millones de habitantes y 30 millones de cabezas de ganado -una vaca y casi tres ovejas por persona- , lideran aún las encuestas de opinión con' una pequeña diferencia sobre los colorados y aquellos aspirantes agrupados en el EP.

Pero lo que era inimaginable tiempos atrás -el triunfo. de la izquierda- ahora es posible y constituye la principal novedad de una consulta que decidirán los indecisos, históricamente aliados de los dos grandes partidos. Es el EP una coalición en la que conviven políticos y militantes progresivamente acomodados hacia el centro para sumar sufragios, y otros que, en el multitudinario mitin de clausura de campaña, calzaban la boina de Ernesto Che Guevara o cosían en la solapa insignias de John Lennon y las letras de sus canciones.

Gestión aceptable

El hombre de Encuentro Progresista, el oncólogo Tabaré Vazquez, socialista, creció en la consideración del electorado debido a su aceptable gestión como alcalde de Montevideo y al virtual empate entre blancos y colorados. Aupado también por un cambio de pensamiento político y nuevas demandas sociales puede romper el bipartidismo de Uruguay, representado en las listas nacionalistas por Alberto Volonté y Juan Andrés Ramírez, y en la candidatura colorada, por el ex presidente Julio María Sanguinetti (1985-90), que reclama el centro. Durante los seis meses de campaña, Vázquez trató de despejar dudas y desconfianzas sobre la capacidad de la izquierda para gobernar con acierto sin entrar a fondo sobre el contenido de sus promesas, muchas de ellas más voluntaristas que posibles. Tampoco fueron muy precisas en sus propuestas las otras fuerzas.

El analista Marcelo Pereira piensa que, entre los convencidos de la nueva forma de hacer política de la izquierda, prima el entusiasmo por la credibilidad lograda en amplios sectores de población, pero los más radicales, entre indignados o desencantados, advierten que se ha cedido demasiado y que el éxito en las urnas del proyecto liderado por el médico implicará la formación de un gobierno que mantendrá en vigencia el sistema actual.

El Partido Nacional parte ligeramente favorito y la mayoría de las opiniones recabadas en Montevideo coinciden en destacar que su programa, pese a los errores, consecuencias negativas del ajuste' e insuficiente atención a problemas como enseñanza o salud, concluye con buenos resultados. El ministro de Economía y Finanzas, Ignacio de Posadas, sostiene que "la mayoría de la gente hoy vive mejor que hace unos años y los índices lo demuestran".

En-contra de esta opinión se levanta Julio Muñoz, 29 años, desempleado, que emigra a Paraguay porque "aquí te matan a impuestos los de siempre y el dinero no fincle".

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