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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Falsas polémicas

La polémica que ha precedido al estreno del último artefacto de la factoría Disney -centrada sobre todo en el sexismo del producto, en una acusación de racismo por presentar como personajes negativos a unas hienas que hablan con voz de negro y en la supuesta violencia que impregna sus imágenes-, aun cuando resulta poco menos que pintoresca, no debe extrañar a nadie.Es indudable que un nuevo filme de la Disney, cualquiera que sea éste, tiene una platea amplia e impaciente -no hay más que dar un vistazo a las cifras de recaudación de los últimos, de La sireñita a Aladdin-, y es desgraciadamente frecuente que los sociólogos, metidos a oráculos aprovechen la ocasión para pontificar sobre la nefasta influencia de los medios en las audiencias infantiles, etcétera.

El rey león ( The lion king)

Dirección: Roger Allers y Rod Minkoff. Guión: Brenda Chapman. Música: Elton John y Tim Rice. Producción: Don Hahn para Walt Disney, Estados Unidos, 1994.Dibujos animados. Estreno en 34 cines de Madrid (véase cartelera).

A quien esto firma se le ocurre, no obstante, que más allá de terciar interesadamente en la polémica, en esta ocasión los ejecutivo s de la Disney deberían mandar ingentes cantidades de jamones por Navidad a quienes, bien desde la Universidad, bien desde los medios de comunicación o incluso desde el propio terreno de la animación -los dibujantes japoneses que acusaron al filme de supuesto plagio-, se han apresurado a levantarla. Porque, dada la escasa materia prima del filme, lo único que ha contribuido decisivamente a su vertiginoso despegue ha sido, justamente, la polémica extracinematográfica y la apresurada etiqueta de políticamente incorrecto que le endilgaron al engendro cuando se estrenó en Estados Unidos.

Divertida hiena

Por una vez, y sin que sirva de precedente, este crítico no terciará en la polémica, gratuita e interesada donde las haya. Entre otras cosas porque lo único que le ha parecido divertido de la desigual y escasamente interesante película de Allers y Minkoff -además de que muestra que la vida no es un camino de rosas y que entre los animales nadie se anda con florituras a la hora de asegurarse la pitanza- ha sido justamente lo juzgado políticamente incorrecto del asunto, el papel de los malvados: la hiena que habla con la voz de Whoopi Goldberg vale ella sola por todos los leones buenos; el inefable, extraordinario villano Jeremy Irons es más divertido que el estúpido jabalí Pumba o el místico mandril Rafiki, y así sucesivamente.Pero en el fondo hablar de esto es intentar buscar algún punto de interés en un filme más que rutinario, escuálido. Más que previsible, desmayadamente carente de atractivos argumentales.

Puéstos a intentar enderezar el torcido rumbo artístico que ya se había empezado a perder, en Aladdin -de lejos, la menos interesante de las últimas producciones de chez Disney hasta el pasado año-, las mentes pensantes del estudio volvieron la vista hacia África y el mundo de los animales salvajes, terreno agradecido donde los haya. Pero la operación se resiente de dos graves carencias: la primera, la ausencia de una trama que haga progresar a los personajes, que imprima el ritmo extraordinario que tenía incluso un producto menor como Aladdin, por no hablar ya de La sirenita o La bella y la bestia.

La segunda, el recurso simple y de malos guionistas que los responsables han empleado a la hora de arropar las aventuras de Simba, su padre y su tío, que no es otro que volver a convocar a los viejos auxiliares del héroe, como el Sebastián de La sirenita, que tanto se parece al pajarraco Zazu, o emplear el recurso de un malo atractívo, Scar, que parece casi un sosia de Jafar, la última criatura perversa nacida en el estudio. De manera que El rey león se queda en algunos gags graciosos -obra casi todos de las hilarantes hienas-, una música pegadiza y una animacion tan correcta como esperable y rutinaria. Lejos, pues, de Ias mejores obras del estudio: muy lejos de ellas.

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