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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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Giro nacionalista en la política exterior de Rusia

Pilar Bonet

La política exterior de Rusia, poseída cada vez más por la sensación de acoso e impotencia ante la influencia. perdida a lo largo de todo el perímetro del Estado, puede acarrearle a Borís Yeltsin la pérdida de los amigos occidentales, que tanto le costó obtener, sin granjearle la simpatía de sus enemigos, los sectores. patrióticos y nacionalistas, indispensables para ganar las próximas elecciones.Analistas rusos de diversa tendencia expresan este temor, mientras el Ministerio de Exteriores reparte protestas y declaraciones que reflejan la frustración por la penetración de otros Estados en zonas ex soviéticas, cuyas aspiraciones no puede colmar Rusia debido a su crisis económica y política.

El giro nacionalista de la política exterior rusa comenzó en 1993, después de la violenta resolución de la crisis entre el presidente y el Parlamento. La novedad hoy es la proliferación de manifestaciones de malestar, a lo que parece contribuir la inminencia de . la cumbre de ministros de la OTAN, en Bruselas, y la de jefes de Estado de los países de la CSCE, en Budapest. En Moscú se teme que estos foros sellen la nueva política estadounidense, que abrirá la OTAN a todos los países ex soviéticos, excepto para Rusia, que deberá contentarse con el programa de 11 asociación por la paz" y una CSCE aparentemente ascendida de categoría.

La sospecha está pasando a ser el motivo dominante entre los analistas rusos al abordar las relaciones de !u país con el mundo, desde sus confines occidentales en Kaliningrado hasta las islas Kuriles, reivindicadas por Japón. Los políticos rusos sospechan de los países europeos occidentales y sus instituciones, que, como el Consejo de Europa, se mantienen cerradas a Moscú. Los rusos sospechan de Turquía en relación a Ucrania y también en relación al Cáucaso, y sospechan de China en relación a Siberia y las repúblicas asiáticas ex soviéticas. Los rusos sospechan de Estados Unidos en relación al acuerdo de suministro de reactores nucleares estadounidenses a Corea del Norte y recuerdan a Washington que Moscú canceló su acuerdo bilateral de cooperación en el montaje de centrales eléctricas con PyongyaN. Y sospechan de Japón incluso cuando este país ofreció ayuda para superar el terreMoto en las Kuriles.

Las noticias sobre la actividad diplomática y proyectos de inversión en repúblicas que no sean Rusia despiertan todo tipo de reticencias en Moscú, como lo ha demostrado el proyecto de explotación de los yacimientos de petróleo del Caspio. Los dirigentes rusos temen ahora que, a instancias de Turquía, el oleoducto asociado a esta explotación azerbaiyana pase por Georgia y no por el puerto ruso de Novorossisk.

La negativa estadounidense a suavizar las sanciones internacionales contra Irak, la decisión de desentenderse del embargo de armas contra Bosnia y el acuerdo entre Estados Unidos y Corea del Norte han contribuido. a deteriorar las relaciones entre Moscú y Washington, y un veterano de la política exterior como Gueorgui Arbátov, jefe del Instituto de Estados Unidos y Can:4dá, cree, como el presidente Yeltsin, que pueden deteriorarse aún más tras la victoria de los republicanos.

Pável Poblesni, del Instituto de Europa, opina, en el diario Segodnia, que "es evidente el deseo de debilitar la posición de Rusia en el espacio pos-soviético", y cree que "el Estado ruso puede rebajar o eliminar el prejuicio inaceptable para sus intereses tan sólo si consigue elaborar una política a largo plazo en relación a las más importantes regiones de la ex URSS, y una acción concertada de los distintos eslabones del aparato estatal".

El general Alexandr Lébed, jefe del 140 Ejército, con base en Moldavia, es, sin embargo, pesimista respecto a las posibilidades de la dirección rusa de formular los intereses nacionales. "No hay que esperar algo acabado en la formación de los 'intereses del país' en el futuro próximo", ha escrito Lébed en Nezavísimaia Gazeta.

En época soviética, el peso de la política exterior se distribuía entre varias instituciones, entre ellas el aparato del Comité Central del I`CUS, que se apoyaban en un enjambre de institutos especializados, muchos de los cuales están hoy en crisis. Yeltsin, cuya trayectoria discurrió en provincias, ha dejado la política exterior en manos de Andrei Kózirev, ministro de Exteriores. Este funcionario de la diplomacia soviética ha sabido adoptar hoy un lenguaje más duro, a tono con la resaca por la desintegración de la URSS.

Vitali Tretiakov, director de Nezavísimaia Gazeta, pronostica un "nuevo aislamiento internacional" para Rusia, y afirma que la integración a la OTAN de los satélites de la ex URSS "está prácticamente decidida". "Yeltsin ha agotado todas sus reservas de concesiones a Occidente, y por eso se verá obligado a ser agresivo, no sólo en el interior del país, sino en el exterior, aunque sólo sea en declaraciones", señala Tretiakov.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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