"La revista se seguirá publicando en papel"
Un pequeño cubículo de cristal en el rincón de una sórdida oficina londinense es un centro de poder. Allí, enterrado entre documentos, galeradas, cartas, libros y revistas científicas, trabaja John Maddox, de 68 años, director de Nature desde hace 14 años. Sobre su escritorio se amontonan las esperanzas de cientos de investigadores de todo el mundo. Todas las semanas llegan 200 artículos, procedentes de laboratorios de Oxford, de Harvard, de Tokio o de Heidelberg, que sólo tienen una cosa en común: los autores creen anunciar un hallazgo científico sensacional.Allí, Maddox y los 14 redactores de Nature -nueve biólogos y cinco físicos- hacen la primera selección. Uno de cada dos artículos se devuelve directamente al remitente: es demasiado especializado, demasiado largo o demasiado carente de interés. El resto, como en todas las revistas científicas de alto nivel, se envía a investigadores punteros del campo correspondiente para que juzguen si el descubrimiento es realmente significativo, si constituye efectivamente un a novedad o si el material no está equivocado.
Sólo uno de cada 10 artículos pasa este segundo filtro, y entonces el autor podrá enorgullecerse de tener un artículo en Nature en su currículo, lo que frecuentemente es decisivo para la asignación de fondos de investigación o, para la evolución de una carrera científica. Desde que Maddox dirige la revista, su tirada se ha triplicado, alcanzando los 55.000 ejemplares en la actualidad.
Pregunta. ¿Cómo será Natire en el 2119, dentro de 125 años?
Respuesta. Seguirá publicándose semanalmente, impresa en papel.
P. Entre los físicos y los astrónomos ya es habitual dar a conocer los resultados científicos por las redes internacionales de datos como Internet. ¿Para qué van a seguir leyendo revistas impresas?
R. Nuestra función, como medio de letra impresa, será atraer la atención sobre los aspectosInteresantes de la investigación.
P. En Internet ya hay una especie de conferencia permanente de científicos, ¿no está también anticuado el costoso turismo de los congresos?
R. Creo que necesitamos aún más discusiones cara a cara. Aunque los hechos estén disponibles a través de las redes, las ideas sólo se pueden transmitir personalmente.
P. Algunos científicos sostienen que Nature ejerce un poder excesivo. Afirman que las informaciones se filtran.
R. E incluso se censuran: por ejemplo, nos hemos negado a publicar la tesis de Peter Duesberg de que, la causa del sida no era el virus de la inmunodeficiencia humana, sino el consumo de drogas. En primer lugar, lo considero irresponsable, porque socava los esfuerzos para detener la extensión del virus. En segundo lugar, Duesberg no pudo aportar pruebas para nin guno de sus argumentos.
P. Con sus comentarios también se mete en política.
R. ¿No es eso parte de nuestra responsabilidad? Considere, por ejemplo, los viajes espaciales tripulados: por supuesto que es tremendamente importante entender, por ejemplo, el sistema solar, pero lanzar para ello a personas al espacio es un camino equivocado. Los instrumentos espaciales automáticos son suficientes.
P. ¿Es más difícil abordar cuestiones éticas como las derivadas de la ingeniería genética?
R. Causa estupor que los alemanes reacionen de forma tan susceptible ante cualquier clase de manipulación genética. No puede deberse sólo a la mala experiencia de los años treinta. Nosotros también creemos que la investigación genética requiere un control, pero la actitud de los científicos alemanes es poco razonable.
P. ¿Puede ponerse la genética al servicio del racismo? Se vuelve a afirmar, supuestamente con pruebas científicas, que los negros son más tontos que los blancos.
R. En primer lugar, no hay ninguna magnitud abstracta llamada coeficiente de inteligencia que dependa exclusivamente de los genes. Además, hace tiempo que se sabe que el entorno y la educación tienen una fuerte influencia sobre la inteligencia. Algunas personas de la derecha política frecuentemente se comprometen con cosas que no tienen ningún sentido científico.
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