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Entrevista:

"El régimen actual está agotado en Rusia"

La Rusia de Borís Yeltsin va a la deriva. Mijaíl Gorbachov, ex presidente de la antigua URSS durante seis años, no es el único en decirlo, pero es de los que creen que ese proceso puede frenarse y propone soluciones. Está claro que no olvida ni por un instante que es un personaje histórico, laureado con el Premio Nobel de la Paz por haber puesto fin a la guerra fría y haber liberado a la humanidad de la amenaza de un holocausto nuclear. No descarta su retorno al poder en Moscú si el tema se le plantea "con energía".Pregunta. Usted ha lanzado casi simultáneamente la Unión Socialdemócrata de Rusia y un llamamiento a la elección en el plazo más corto posible de todas las instancias ejecutivas del país, desde la de presidente de la República hasta la alcaldía de los pueblos. ¿Cómo podrá su recientemente creada Unión enfrentarse a tales retos electorales?

Respuesta. No intento imponer un nuevo partido. Quiero salvar lo que todavía puede salvarse en Rusia. El régimen actual está agotado, no llegará hasta el fin del mandato de Yeltsin en junio 1996. Algunos de los demócratas que le llevaron al poder están buscando un Pinochet ruso que ponga orden en el país y salve su régimen. No estoy de acuerdo, y la mayoría de la opinión pública tampoco. Pero si no se hace nada, el régimen será barrido por la calle, por las masas enfurecidas, con el riesgo de una guerra civil. Por eso considero que las urnas son la única solución democrática y pacífica que nos evitará un baño de sangre.

P. Pero los que están en el poder saben, por los sondeos de opinión, que su base electoral es muy exigua y por lo tanto no tienen ningún interés en un proceso electoral...

R. Yo no me dirijo a ellos. Pido a los ciudadanos que formen por todas partes comités para organizar las elecciones y controlar su desarrollo. El poder actual no me inspira confianza y sé que intentará manipular las urnas.

P. Su proyecto presupone una gran actividad por parte de la base, pero la población parece un tanto amorfa.

R. No hay que fiarse de las apariencias ni creer a la prensa gubernamental. El pasado 27 de octubre hubo en Rusia una gran huelga. Ocho millones de trabajadores se cruzaron de brazos en sus empresas sin salir a la calle ni provocar incidentes. Si bien es cierto que lanzaron ese movimiento por razones económicas, contra el retraso en el pago de sus salarios, también lo es que anunciaron que tras esta huelga de aviso la siguiente será política. ¿Han comprendido en el KremIin el mensaje? Lo ignoro. Lo que sí sé es que la gente ya no se deja engañar por la retórica de los demócratas.

P. Hace dos años, el cineasta Alexandre Gavorujin, ahora diputado de la oposición, habló en un panfleto de "La gran revolución criminal". El mes pasado, el diario progubernamental Izvestia utilizó exactamente el mismo término...

R. La gente ya no puede más. Tarde o temprano pasará la cuenta a los ladrones que se están enriqueciendo ante sus ojos. Yo, partidario de la evolución y no de la revolución que hace tabla rasa, propongo que nos midamos en el terreno electoral para decidir si Rusia debe o no convertirse en un país democrático.

P. Desde que el fantasma del comunismo ya no recorre el mundo, las clases dirigentes de Occidente atacan algunos logros sociales que se, consideraban intocables.

R. Es la razón por la cual perderán. En el Este ya están perdiendo terreno. Ahora se me pide que explique la vuelta de los comunistas al poder en Polonia, Hungría, mañana en Bulgaria.... Evidentemente, no son bolcheviques sino reformadores, socialdemócratas como los del resto del mundo. Su éxito se explica por los errores de cálculo de los que han creído que tras la caída del muro de Berlín en esta parte del mundo se podía abolir hasta, el concepto mismo de justicia social.

P. ¿No es usted ahora más crítico con los occidentales que en la época en que estaba en el Kremlin?

R. Juntos pusimos fin a la guerra fría. No lo olvido. Y, evidentemente, no lo lamento en absoluto. Pero esperaba que se aprovecharía para actuar más a favor del desarme, y me decepciona el afán de los norteamericanos por mantener e incluso ampliar, la OTAN. ¿Para qué les va a servir? ¿Para aislar a Rusia? ¿Para reforzar su control sobre Europa? Yo, por mi parte, no he cambiado de parecer desde que salí del Kremlin: Europa es nuestra casa común y debemos prepararla para que nadie se sienta amenazado o excluido. Tenemos necesidad de nuestras propias fuerzas dé paz para interponerlas entre posibles beligerantes y, sobre todo, para impedir guerras como la de los Balcanes. Quizá piense que me repito, pero creo firmemente en la solución política de las crisis. Si todo el mundo se atuviera a este principio se podría haber evitado la guerra en la antigua Yugoslavia.

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