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Unidad y diversidad

Hace unas semanas se reunía en Madrid el Senado. EL PAÍS, comentando el hecho, decía: "El Estado de las autonomías funciona...", no sólo consagra las tendencias ya conocidas de Cataluña y el País Vasco, sino que además el debate al que ha dado lugar ha suscitado nuevas expresiones, una emulación múltiple. Dentro de poco, el mapa de España puede ser visto como un puzzle bien ensamblado de regiones que han adquirido la facultad, en ocasiones la conciencia, de su autonomía y, mediante ella, la capacidad de iniciativa que necesitaban, y necesitan, para desarrollarse en un tiempo que cada vez parece más que va a ser el de las grandes metrópolis.Ello es susceptible de algunas consideraciones basadas en el análisis de los hechos.

-Cuando en un país, una única región, en ocasiones dos, reclama su autonomía, dicha reivindicación tiende a una originalidad que conduce a la reivindicación de la independencia. La singularidad misma de la región lleva a que sus dirigentes tengan comportamientos políticos y/o culturales separatistas, provoca en el resto del país reacciones de envidia y, a nivel de Estado, reacciones defensivas y de irritación. Por el contrario, cuando la singularidad es múltiple deja de ser conflictiva, se normaliza, tiende a convertirse en una de las características del Estado que se redefine en un juego dialéctico entre unidad y diversidad. En resumen, una o dos autonomías son una amenaza para un Estado símbolo de unidad, mientras que 10 o 15 lo llevan a una mutación benéfica. Por ello es normal que sea el Gobierno de Madrid el que haya tomado la iniciativa de provocar la sesión extraordinaria del Senado del 26 y 27 de septiembre. Una o dos originalidades pueden constituir una amenaza; 10 o 15 son una riqueza siempre que la regla y la práctica consagren un reparto justo de las competencias, un justo equilibrio entre el todo y las partes.

- Esta evolución da una respuesta positiva al carácter ambiguo de la Constitución española, de la que, ningún especialista se atrevería a decir si era (si es, pues no ha sido modificada) federal o unitaria. Sólo podía ser federal si lo era para todas las provincias. Sólo podía ser unitaria si las reconocía a todas, incluso si favorecía la afirmación, el despertar, de regiones sin autonomía reivindicada.

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- Esta evolución va más allá que la reforma administrativa realizada en Francia en 1982 por la cual se crearon las regiones. Ante todo porque es mucho más que administrativa, es política y cultural, incluso es económica. En segundo lugar, porque no se ha tratado de una descentralización centralizada como lo fue en Francia; y finalmente, aunque esto es la causa de aquello, porque no es el resultado de una ley, sino de un pacto. El texto consagra, sin duda, la visión que de sí misma tiene la España moderna, una y diversa, en el seno de una Europa diversa y una.

- Hay una tercera consideración, que es la referente a la superposición de niveles demasiado numerosos de decisión, es, decir de identidad. En Francia, aunque no es igual para todos, cada uno es de una comuna rural de una ciudad (antes de una parroquia, una aldea o, un barrio); también es de un departamento (instancia creada hace dos siglos para acabar con las provincias del antiguo régimen); es de una región (algunas, "naturales", como Bretaña o Córcega; otras, de creación reciente, y por tanto artificiales, como la región País del Loira o Provenza-Costa Azul); es de Francia (y de una Francia que sigue siendo jacobina, en la que el concepto de ciudadanía no es únicamente jurídico-político, sino mucho más político-cultural y en la que la relación con el Estado es fortísima comparada a la relación con la región o con la Unión Europea); está invitado, a ser de Europa, ya que el Tratado de Maastricht ha articulado de manera muy audaz la idea de ciudadanía europea. Además, esa multipertenencia... territorial se complica con muchas otras, ya sean heredadas o elegidas. Esta abundancia es prueba de libertad, cada uno encuentra su referencia donde le parece. Es mejor tener muchos polos de atracción que uno solo, pero la libertad es menor de lo que se piensa, pues la vida práctica, la relación con los servicios públicos, los procedimientos electorales no dan opción a elegir: cada uno está obligado a participar en todos los niveles a la vez y la mayoría siente un cierto desconcierto.

-La multipertenencia, la invasión del campo cultural por mensajes venidos del mundo entero, conducen a un repliegue sobre sí mismo, a la búsqueda de un refugio y un polo, a una necesidad de orden y certidumbres. Hay un parentesco entre esos desconciertos y los fanatismos que hoy se pueden constatar en el terreno de la cultura, la política y la religión.

-De este modo volvemos a la cuestión mencionada al principio: debe afirmarse una jerarquía o una especialización entre las comunidades autónomas que existen o se constituyen en la península Ibérica, el Estado que sigue siendo el único ser plenario de derecho internacional y una Europa a la búsqueda de una definición más clara y convincente. Las tres no pueden pretender tener lo que los juristas llaman "competencia general". Hablando en términos político-jurídicos, es necesario que haya una competencia primaria Y. competencias derivadas; sólo uno debe tener el privilegio de soberanía, ya sea éste el resultado de un estatuto, como en, los Estados unitarios, o de un contrato (sin limitación de tiempo), como en los Estados federales. En todo caso, parece que en Francia el Estado nacional será por mucho tiempo el principio de soberanía legítima, aunque deba, por razones económicas y culturales, reconocer la autonomía de las regiones y, por razones enonómicas y geopolíticas, consentir en un abandono sustancial de soberanía a favor de Europa. Esto parece sensato porque Europa todavía no es capaz de asumir el principio de soberanía -¿lo será alguna vez?- y la región no parece capaz de reivindicar una soberanía que nadie disputa a la nación. Así, la articulación de los diferentes niveles de competencia está claramente definida; así, se da el hecho de que competencias y soberanías pueden, y deben, obedecer a geografías diferentes en el seno de un mismo conjunto. El reconocimiento del plano nacional como cimiento de la arquitectura práctica e institucional es el único que permite el reconocimiento positivo de las autonomías y la construcción de una unión capaz de convertirse en una potencia significativa mediante transferencias de soberanía.

Edgard Pisani es presidente del Instituto del Mundo Árabe de París y director de la revista L'Événement Europeen.

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