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Ideología de la mierda

En Nueva York ya ponen multas a los vecinos que no respetan normas para reciclar bien. Pronto les darán la espalda sus conciudadanos. La basura se ha convertido en un valor sagrado. No se puede tirar cuando uno quiera ni donde uno quiera, no puede mezclarse en un todo como si careciera de categorías y, desde luego, no se la puede abandonar a su suerte. Cada vez más, los detritus se encuentran en el centro de la preocupación, y no porque vayan a ahogarnos con su abundancia, como sucedía al principio, sino porque han adquirido un status de respeto que nadie puede atreverse a ignorar. En los entomos de las ciudades se crean plantas de reciclaje que se convierten en el orgullo de la nación, de la alcaldía y de todo el pueblo. El deber de no desperdiciar los desperdicios se ha convertido en un mandato cívico inseparable de la contemporaneidad. Quien usa papel reciclado hoy suscita la mejor consideración, y pronto quien lleve un coche de materiales reciclados no dejará de hacerlo notar. Lo reciclado tiene mayor carga ética que lo primigenio. Un valor muy superior. Los países miden ya.su grado de civilización y su conciencia planetaria en pyoporción al desarrollo del sector industrial del reciclaje.1 España es ahora un país retardado no sólo porque sea relativamente escaso el parque de modems o-de neveras con dos puertas, sino porque no se ha toffiado todavía en serio la forma de reciclar la chatarra de los automóviles. Igualmente, un barrio es más que otro en la medida en que sus habitantes cuentan con más cubos de basuras de distintos colores y tamaños para ir depositando los huesos de las chuletas, los cascos, los plásticos, los papeles y las latas. La bas.uia está ganando en importancia como nunca antes se habría imaginado. Pocas inspiraciones de colaboración ..ciudadana han logrado mejor acogida posindustrial queeste movimiento de respeto a lo que hasta. hace poco era tenido por mierda. Más aún: la fe en el más allá de.la in-, mundicia es la representación de la religión más moderna. Esto vale para la materia, pero igualmente puede apli carse,a los seres vivos de esta tierra en cuanto a despojos. Efectivamente, el fuerte amor por los deséchos ha alcanza do una proyección casi universal. Ahora, un día sí otro no, se echa un vistazo a una parte del mundo donde se acumu la la miseria. En realidad, no consiste en una exploración para procurar aliviarla -o eliminarla, como tampoco se tra ta de ' eliminar las basuras en sentido estricto, sino de reci clarlas. El tratamiento de las zonas'donde se apila la basu ra humana, negra o blanca, . sigue un proceso (a través de los medios de comunicación, mediante las denominadas ayudas humanitarias, a través de la visita de alguna cono cida actriz o por la celebración de algún maratón o un concierto) que transforma la pobreza en materia productiva.

Así, lo que empieza siendo, antes del reciclaje, unos detritus malolientes se convierten después en una estampa inodora que puede verse, volverse a ver y circular sin dificultades. Al principio llega la CNN para las primeras tomas, y una vez refinado el producto, se pasa a la MTV para ilustrar los vídeos de Madonna o de Michael Jackson. A partir de ahí se desencadena, a través de pósteres, chapas, gorras y pegatinas, una nueva industria de consumo. África se ha convertido en un vertedero con una gran potencia de explotación. Gracias a casos como el de Somalia, Ruanda, Burundi, Liberia y tantas otras plazas muy ricas en miseria, la ética del reciclaje ha encontrado nutrición para varias décadas. De la misma manera que algunas zonas del mundo se han hecho famosas como centros para blanquear dinero, el continente africano constituye un paraíso para lavar la conciencia de Occidente. La salvación material de la supervivencia mediante el tratamiento de los residuos es la postrera ideología del capitalismo tardío. La legitimación moral del capitalismo mediante el tratamiento y reciclaje de la basura es la última estrategia que habría desconcertado a Carlos Marx y a toda su desaseada prole.

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