La madurez renacida
Barry Harris sufrió el pasado año una trombosis cerebral que hizo temer por su futuro como pianista, pero tal es su ilusión y vitalidad que no sólo se ha recuperado con prontitud del revés sino que parece haber vuelto a nacer. Por fortuna, en el proceso de rejuvenecimiento no ha cedido ni una sola de las muchas conquistas hechas en su esplendorosa madurez.No es difícil rastrear sus modelos: Bud Powell y Thelonious Monk alimentan su inspiración sin fricciones, pero aprovecha las ventajas que supone el hecho de que ambos gigantes contribuyeran decisivamente a la invención y desarrollo del jazz moderno desde distintos ángulos conceptuales. Harris toma de Powell, el carácter incisivo,el júbilo ácido y la concentración necesaria para mantener el nivel de intensidad en lo más alto; de Monk se queda con la imprevisibilidad en el acento y en el sutil sentido del humor. El resultado es explosivo: se pueden contar con los de dos de una mano los pianistas que le igualan en amplitud de léxico y claridad semántica.
Barry Harris Trio Barry Harris (piano), Mario Rossy (contrabajo) y Jimmy Castro (batería)
Madrid. Café Central. Hasta el 30 de octubre.
Como también le sucede a otro eminente colega nacido en Detroit, Tommy Flanagan, su estilo se vertebra sobre elementos característicos del bebop pero gusta de aplicar adornos y giros melódicos más propios de épocas anteriores. Su pianismo abarca con una sola mirada toda la historia del jazz.
El asombroso Medley de piezas de Monk que realiza a piano solo, rematado con un estimulante Rhythm a ning en trío, da la sensación de ser una composición única y cerrada, primorosamente engarzada con la intuición exclusiva de los improvisadores mayúsculos. Cualquier tema sale favorecidísimo en los retratos que Harris traza con espontaneidad de creador absoluto. Esa suerte tienen los seleccionados en la semana de conciertos que ofrece el Café Central: entre otros, la exquisita balada It could happen to you, Una noche con Francís, título en español incluido en la banda sonora de la inolvidable película Round midnight, o Cherokee, el jazz hecho himno.
Entre tan poéticas lecciones prácticas, a Harris todavía le queda tiempo para impartir sobre la marcha alguna que otra teórica al contrabajista Mario Rossy, correcto en su delicada función, y sortear sin inmutarse las zancadillas percusivas que el travieso Jimmy Castro le pone sin malicia en ocasionales arrebatos de entusiasmo. El público, invitado a dar palmas y corear la canción insignia del maestro, la pegadiza Nascimento, se convierte por momentos en el feliz cuarto miembro del grupo.
Babelia
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