En el diván
El Salón de las Columnas del nuevo edificio de las Cortes, donde ha comparecido dos veces el ex presidente de Banesto, Mario Conde, no tiene un diván de psicoanalista, pero las largas horas de asociación libre de ideas que allí han tenido lugar fueron reveladoras: al final, si se reunen todas las piezas, hay una confesión. Como todo paciente no iniciado, Conde ha puesto la culpa de sus males en el exterior: el Banco de España.El primer aldabonazo que dio el Banco de España en la puerta de Mario Conde, en el cuatrimestre final, tuvo lugar el 6 de septiembre de 1993. Ese día, el director general a cargo de la inspección, José Pérez, escribió una carta a Conde en la que resumía los datos de la última inspección. No se trataba, lógicamente, de una carta de amor.
"Se han puesto de manifiesto una serie de situaciones e irregularidades que tuvieron trascendencia en los resultados y recursos propios consolidados del cierre del ejercicio 1992, además de, en su caso, en los estados individuales del Banco Español de Crédito y de otras sociedades consolidadas", decía Pérez. El lector puede pensar que se trataba de tecnicismos, pero verá sus consecuencias: "En total suponen una minoración de los resultados consolidados y de los recursos propios computables declarados de 44.413 y 71.508 millones de pesetas, respectivamente". Los resultados consolidados registraban pues "unas pérdidas de 26.056 millones". Banesto había hecho la ampliación de capital de 95.000 millones de pesetas de julio-agosto de 1993 con balances irregulares y con pérdidas.
Conde reconoció esa carta y dijo que la pasó al consejero delegado, Enrique Lasarte; también. declaró que informó a J P Morgan sobre ella. Sin embargo, Conde intentó mantener aquellos días la cabeza fría. El 28 de septiembre envió a Ramiro Nuñez a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para tramitar -mediante una "comunicación previa" informal- la emisión de bonos subordinados convertibles por valor de 400 millones de dólares. Pero luego Nuñez quedó missing. Después de mes y medio de negociaciones con J P Morgan, Banesto se dirigió a la CNMV el 19 de noviembre de 1993: suspendía el expediente iniciado. El retraso, dijo, se debía a razones no imputables a la propia entidad.
Ayer Conde admitió que los problemas de Oasis, la Unión y el Fénix, y la situación del mercado determinaron el aplazamiento. La emisión se haría una vez que se reflejasen -en la jerga bancaria se llama disclosure- los problemas de Banesto y el Banco de España diera su respaldo a un nuevo plan de recapitalización. Aunque Conde sigue sin querer hablar de la carta del presidente de J P Morgan, Dennis Weatherstone, al congreso americano, del 25 de febrero de 1994, ayer pudo manipular menos: las irregularidades de los estados contables de 1992, que denuncia el presidente "del banco más importante del mundo" son las que describía en su carta José Pérez el 6 de septiembre de 1993.
Las otras perlas del ex presidente se refieren a los presuntos actos fraudulentos: a su sociedad (particular) Asebur Inversiones y a su amigo y colaborador Rafael Pérez Escolar. Asebur dio un aval a favor de Valyser, instrumental que obtuvo plusvalías de 3.800 millones con la compraventa de un paquete del 40% de Isolux-Wat a la Corporación, ante el Banco de Progreso para obtener un préstamo de 450 millones de pesetas en julio de 1991 a fin de invertir en Isolux. "Tenemos la seguridad de que la mencionada operación que Vds. han de realizar con Valyser SA se concederá, esencialmente, en consideración a nuestra relación con dicha sociedad", dice la carta de garantía de Asebur al Progreso. Conde dijo ayer que esa carta no se ejecutó porque Valyser pagó el crédito, pero no respondió al punto: ¿por qué una patrimonial de Conde emite una carta a favor de Valyser si ésta no tiene nada que ver con sus intereses personales?
En lo que se refiere a Pérez Escolar, cuya sociedad familiar invirtió 20 millones de pesetas (5,5%) en Oil Dor y obtuvo 600 millones con la venta del 50% de la sociedad a la Corporación en junio de 1992 por 6.000 millones, Conde dijo que no era Pérez Escolar sino una sociedad vinculada. Es cierto: se llama Cifuentes 2.000 y son administradores solidarios Luis-Alejandro Pérez Escolar Hernando y Rafael Pérez Hernando. Pero la cuestión es otra: Pérez Escolar era consejero de Banesto, de la Corporación y consejero y accionista de Oil Dor.
Finalmente, sobre el pago de los 600 millones a Argentia Trust ratificó Conde que ordenó el pago pero que no tenía la más elemental idea de la identidad de dicho trustee de Saint Vincent.
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