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Millones de italianos se suman a la huelga general convocada contra la política de Silvio Berlusconi

Más de tres millones de italianos, según datos de los sindicatos que la policía corregía sobre un 20% a la baja, se manifestaron ayer en toda Italia contra la política económica del primer ministro, Silvio Berlusconi, durante la huelga general de cualro horas convocada por las principales centrales sindicales. La magnitud de la protesta, cuyas dimensiones carece de precedentes en la última década desde las luchas contra la supresión del sistema de revisión automática de los salarios en 1985, complicarán la aprobación por el Parlamento de los presupuestos para el próximo año y generarán nuevas tensiones en el seno del Gobierno.

La observancia del paro fue también mucho más acusada que durante la huelga general, también de cuatro horas, realizada el año pasado para pedir mayor equidad fiscal al Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi. Los efectos de la huelga, fueron totales en el transporte, la banca, la Administración y casi nulos en el comercio, mientras grandes empresas como Fiat señalaban a media mañana una participación en la protesta de más del 50%. El paro se hizo sentir durante toda la jornada, más allá de los plazos limitados previstos. Ayer no hubo periódicos en Italia, aunque sí funcionaron las televisiones, que pararon, incluidas las de Berlusconi, el jueves. Las grandes ciudades, comenzando por Roma, la capital, ofrecían un aspecto de fin de semana.

Nivel récord

Los mayores signos de actividad se dieron en la zonas donde habían sido convocadas las más de 90 manifestaciones celebradas, que alcanzaron las altas participaciones que sitúan a la protesta en niveles de récord: Milán, con cerca de 200.000 manifestantes calculados por la policía y Roma, con casi otros 150.000 según las mismas fuentes, protagonizaron las protestas más concurridas. Pero la asistencia rozó también los seis dígitos en otras capitales como Bolonia, Florencia, Génova y Nápoles.El motivo de la protesta son los Presupuestos Generales del Estado para 1995 aprobados hace tres semanas por el Gobierno y, sobre todo, el recorte drástico del generoso sistema de pensiones italiano que incluye.

Pero la huelga general de ayer tiene un indudable sentido político, tras la derrota de la izquierda en las elecciones de marzo frente a una derecha heterogénea, integrada por Forza Italia, Alianza Nacional y la Liga Norte, que no acaba de consolidarse ni lograr forumular iniciativas capaces de dar claridad y confirmar el consenso en torno al Gobierno.

Sólo ese factor político explica la virulencia de una contestación que el año pasado apenas si se manifestó, a pesar de que Ciampi introdujo recortes en el sistema de la sanidad pública no menos sangrientos para la mayoría que los que ahora pueden sufrir las pensiones. El Gobierno de Giuliano Amato y el de Ciampi reforzaron después un diálogo sindical que ahora las centrales consideran roto.

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Berlusconi, que había calificado la protesta de "inútil", estaba en Moscú para firmar un nuevo tratado de cooperación con el presidente ruso Borís Yeltsin. El primer ministro italiano atribuyó la magnitud de la protesta a la tendenciosidad de los medios de comunicación, al igual que otros portavoces de la mayoría.

Pero la importancia de la huelga de ayer no pudo ser ignorada ni por el ministro de Trabajo, Clemente Mastella, ex democristiano, ni por el vicepresidente primero del Gobierno y ministro de Correos y Comunicaciones, Giuseppe Tattarella, neofascista. Ambos consideraron necesario restablecer las negociaciones con los sindicatos.

Ningún portavoz de la Liga Norte valoró los acontecimientos. De ahí que la huelga de ayer pueda aumentar las diferencias en el seno de la mayoría, donde el ministro Mastella mantiene divergencias con el de Economía, Lamberto Dini, sobre la aplicación concreta del recorte de las pensiones. Todo ello complicará la aprobación de los presupuestos de 1995 por parte del Parlamento.

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