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CITA CON LAS URNAS EN ALEMANIA

La batalla por el liderazgo de Europa

Los líderes germanos quieren dejar definitivamente atrás el viejo concepto de 'gigante económico y enano político'

JOSÉ COMAS. Conseguida la reunificación, retiradas del territorio nacional las últimas tropas extranjeras, tanto aliadas como de ocupación, con una economía que muestra signos de recuperación, la nueva Alemania parece dispuesta, cada vez con menos disimulo, a asumir el liderazgo europeo e internacional que le corresponde por su peso y ubicación estratégica en el corazón de Europa.

Alemania nunca podrá librarse del estigma de su reciente pasado con el nazismo y tendrán que pasar muchas décadas para que se afronte sin complejos una discusión abierta sobre el papel hegemónico que puede representar en Europa.

Hace años desde la derecha alemana se lanzó la frase arrogante de que "un país que ha logrado tantos éxitos, merece que no le recuerden a cada paso lo de Auschwitz". No obstante el lastre del pasado resulta todavía demasido fuerte.

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Cuando se habla con políticos alemanes en las más altas posiciones, se advierte cierta incomodidad al tratar el tema del nuevo papel de Alemania en el mundo.

Reconocen que Alemania ya no encaja dentro de la frase tópica que caracterizó durante las últimas cuatro décadas al país: "Un gigante económico y un pigmeo político".

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Terreno resbaladizo

Casi todos los políticos alemanes son conscientes de que el terreno es resbaladizo cuando se habla del liderazgo que le corresponde a Alemania o de la recuperacioón del concepto de nación, que tantas desgracias desparramó por el continente.

A los dirigentes alemanes les gustaría que ese liderazgo se ejerciera, y así se muestra de forma clara en un sinfín de iniciativas en los diferentes gremios europeos y en la ONU, pero preferirían que no se note, que no se hable de ello y que esa hegemonía se imponga, por su propio peso a la chita callando.

De vez en cuando se presentan de forma palpable, incluso. en forma de exabrupto, expresiones de esa ambición hegemónica más o menos latente. En los días de la reunificación, hace ahora cuatro años, un político democristiano del ala derecha del partido, en estado de intoxicación etílica ante la euforia de la recuperación de la integridad nacional, exclamaba: "Y ahora iremos a por Polonia, pero esta vez lo haremos bien".

Se trata sin duda de una salida de tono que no merecería mayor atención, ni siquiera por aquello de que "en el vino está la verdad", pero se advierten nuevas formas, más civilizadas, que expresan un deseo de pisar fuerte de nuevo en el plano internacional.

Para muestra se puede recurrir a dos ejemplos, dos citas en dos libros de destacados políticos democristianos (CDU). El jefe del grupo parlamanetarío de la CDU en el Parlamento Federal (Bundestag), el número dos en la sombra del canciller Helmut Kohl, Wolfgang Schäuble (CDU), cuando escribe que una de las tareas más urgentes ahora es evocar la idea de nación y que es necesario descubrir de nuevo esa idea".

El ministro de Defensa, Volker Rühe (CDU), se refiere en su libro al papel de la Alemania soberana en el sistema internacional y señala: "Se trata de nuestra influencia futura en las decisiones internacionales".

Alemania no puede ignorar por más tiempo las exigencias de asumir el liderazgo que le corresponde. En su visita del pasado mes de julio el presidente de EE UU, Bill Clinton, animó a Alemania a asumir mayor reponsabilidad internacional. Como si quisiesen subrayarlo, la visita de Clinton coincidió por casualidad con la sentencia del Tribunal Federal Constitucional que permite a las tropas del Ejército Federal Alemán intervenir en misiones para preservar la paz fuera del ámbito territorial de la OTAN.

El propio canciller Kohl tuvo que salir al paso y poco menos que parar los pies a Clinton en Berlín, cuando el presidente norteamericano casi veía ya a los soldados alemanes de patrulla por la región del golfo Pérsico.

El fallo del Constitucional impone la aprobación del Bundestag, pero de momento ya se ha levantado el freno y queda abierta la posibilidad de actuación de tropas alemanas en el ámbito internacional. Libre ya de esta prohibición que impedía a sus soldados intervenir en misiones de la ONU y consciente de que el país es uno de los mayores contribuyentes al presupuesto de la ONU, Alemania ha iniciado ya una ofensiva para conseguir un puesto permanente el Consejo de Seguridad.

En este juego el argumento de las cantidades aportadas y del peso adquirido por la nueva Alemania no dejarán de tener efecto.

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