El objetivo de Bagdad es exportar petróleo
Los movimientos de tropas iraquíes hacia la frontera con Kuwait constituyen la culminación de una ofensiva del régimen del presidente iraquí, Sadam Husein, que combina gestiones diplomáticas y amenazas para lograr que el Consejo de Seguridad de la ONU levante a Irak en la próxima primavera la sanción que más le duele: la prohibición de exportar petróleo.Hace días, el más oficial de los diarios iraquíes, Al Jumhuriya, advirtió a la ONU: "Si no ofrece algo a Irak no obtendrá de nosotros más cooperación abierta, seria y honrada". El jueves, el ministro iraquí de Exteriores, Mohamed Saed al Sahaf, reiteró la amenaza.
Con anterioridad, a finales de septiembre, Irak había anunciado una reducción a la mitad de las raciones alimentarías a disposición de la población en las tiendas del Estado, en un intento de impresionar a la comunidad internacional con los sufrimientos que significan las sanciones para el ciudadano de a pie.
Para atajar el creciente descontento popular, que provoca robos, saqueos, y un auge del mercado negro, el régimen laico de Bagdad ha endurecido su legislación penal introduciendo castigos corporales que van a veces más allá de los previstos por la ley islámica.
La campaña iraquí se ha desarrollado en vísperas de la presentación, el lunes al Consejo de Seguridad, del informe del enviado de la ONU Rolf Ekeus en el que, probablemente, anunciará que el sistema de vigilancia de la no producción por Irak de armas de destrucción masiva (misiles, químicas, biológicas y nucleares) está a punto de ser totalmente operacional en todo el país.
Desde el antiguo Hotel Canal de Bagdad un centenar de expertos de la ONU vigila con cámaras y sensores remotos entre 150 y 200 plantas industriales para evitar que Irak reanude la fabricación armamentística.
Sistema sofisticado
Este sistema de control de armas, el más sofisticado de la historia, ha sido desplegado con la colaboración y la ayuda material del régimen. De ahí que Bagdad pretenda ahora que, si el Consejo de Seguridad comprueba durante seis meses que respeta las resoluciones de la ONU 687 y 715 aprobadas tras el alto el fuego de 1991, se le autorice a exportar petróleo a partir de abril.
Rusia, China, Francia y, en menor medida, España, cuyos ministros de Exteriores han mantenido entrevistas con el viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz, comprenden estos argumentos, pero EE UU y el Reino Unido los rechazan. Se niegan a que se introduzca una fecha fija para suprimir las sanciones.
Washington y Londres presionan de esta forma a Sadam para forzarle a reconocer la soberanía y la independencia de Kuwait así como la frontera delimitada por la ONU entre Irak y el emirato. Ninguna de estas exigencias figura, sin embargo, en las resoluciones con las que Sadam cumple escrupulosamente.
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