La ONU halla 20 cadáveres serbios mutilados tras una ofensiva musulmana en Sarajevo
ENVIADO ESPECIALUn paso adelante y dos atrás. El hallazgo ayer en los alrededores de Sarajevo de los cadáveres de dieciseis soldados de la milicia serbia de Bosnia y cuatro enfermeras, quemados y con signos de torturas, coloca al borde del abismo la posibilidad de cualquier acuerdo en Bosnia, sometida desde hace dos semanas a una escalada de represalias serbias tras el ataque de la OTAN contra uno de sus carros de combate.
El plenipotenciario de Naciones Unidas en la antigua Yugoslavia, Yasushi Akhasi, se reunió ayer urgentemente en Sarajevo con el presidente bosnio, Alia Izetbgegovic, para transmitirle su protesta por lo que considera "con toda probabilidad" una matanza obra del Ejército bosnio de mayoría musulmana. Los cadáveres de los soldados y las enfermeras, víctimas aparentemente de un ataque por sorpresa, fueron descubiertos por la tarde por una patrulla francesa de cascos azules en una zona desmilitarizada del monte Igman, al sureste de la capital bosnia.Este "trágico incidente", como lo ha calificado el representante del secretario general de la ONU, se produce en el peor momento posible. Akashi negociaba la víspera con los líderes serbios de Bosnia en Pale la reapertura estable del aeropuerto de Sarajevo -que ayer recibió un solo vuelo y ha permanecido cerrado doce días por las amenazas de los tiradores serbios atrincherados a unos centenares de metros de su pista- y la ampliación del intercambio de prisioneros. Precisamente ayer se completó la entrega por los dos bandos en guerra de casi 300 cautivos, una de las cifras más altas desde que se inició la guerra hace dos años y medio.
El acuerdo de intercambio de prisioneros fue celebrado por Akashi como un buen indicio para el futuro. La falta de acuerdos previos ha envenenado las negociaciones entre las partes y desembocó en el bloqueo por parte serbia de las denominadas rutas azules de tráfico comercial hacia la capital bosnia. Durante el intercambio, los serbios entregaron a 120 civiles musulmanes expulsados de pueblos bajo control serbio próximos a Rogatica.
Izetbegovic, en un reconocimiento tácito de la culpabilidad de sus tropas, de las que Akashi dijo en Sarajevo que habían estado por la zona la noche anterior al macabro hallazgo, ha prometido al diplomático japonés que tomará medidas contra sus jefes. Pero, más allá de su gravedad, el alcance de lo ocurrido puede verse multiplicado emocionalmente por el hecho de que los serbios de Bosnia se consideran ahora traicionados por Belgrado, desde donde recibían todo lo necesario para mantener su superioridad hasta el reciente cierre de fronteras decretado por el presidente Slobodan Milosevic.
Aunque el Gobierno de Belgrado mantiene un silencio informativo casi absoluto sobre lo que ocurre en la vecina Bosnia desde que decidió aislar a sus antiguos protegidos, en agosto pasado, Milosevic está sometido a las presiones de los numerosos grupos ultranacionalistas de su país que ven en la medida una traición imperdonable. Naciones Unidas ha levantado simbólicamente algunas de sus sanciones contra Serbia y Montenegro después de que Milosevic autorizara el despliegue de observadores internacionales en sus fronteras para garantizar el aislamiento de los serbios de Bosnia.
Sarajevo, con 300.000 habitantes la mayoría musulmanes, dependen exclusivamente de la buena voluntad de Radovan Karadzic, el lider serbobosnio, para atravesar otro invierno en condiciones soportables. La cercada capital es abastecida por aire en un 80%. Si el aeropuerto de Sarajevo sigue despejado hoy, la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) planea efectuar 25 vuelos para abastecer los almacenes de la capital. "Es muy importante porque la ciudad sólo dispone de comida para cinco o seis días" declaró Kris Janowski, portavoz de ACNUR en Sarajevo. "Enviaremos todos los aviones que podamos para recuperar el tiempo perdido".
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