El charlatán

Este hombre no se calla nunca. Afortunadamente para sus fieles espectadores, que llenan el teatro -la edad media es alta; el sexo predominante, el femenino: el Infanta Isabel vuelve a su tradicion- y ríen a carcajadas con cada una de sus frases, aunque las repita tres veces. Arturo Fernández es lo que se llama un galán (maduro) cómico, con todas las virtudes y todos los defectos del estilo; o con más virtudes que defectos, para otros que son muchísimos más que yo. Vuelvo a sentirme contento de ver un teatro con, bastante público, y además feliz. La comedia es un apropósito de Santiago Moncada, que también tiene este don cómico: dibuja un personaje "figurón"', se decía en el teatro antiguo al que éste pertenece- de fresco, cínico, mentiroso: un Don Juan sin límites (aunque parece que nadie los tiene entre estos cinco personajes de la obra: todas con todos), que cumple el mandato conyugal de negar la evidencia. Está el morbo del hombre mayor con chica joven -Leticia Sabater, que se presentaba: viene, ya se sabe, de la televisión y de algunas galas-; el de la boda rota, el del apartamento de soltero...

Así es Arturo Fernández. Los otros actores, incluyendo la debutante y los veteranos, no pueden estar ni mal ni bien: sirven, trabajan. Escuchar es dificilísimo. Escuchan.