Sesión parlamentaria muy extraordinaria
La sesión extraordinaria del Parlamento haitiano, convocada para mañana, desde Wahington, por el presidente Jean-Bertrand Aristide para votar la controvertida Ley de Amnistía, promete convertirse en un espectáculo pintoresco, a la manera de las escasas ocasiones en que el Parlamento libanés se reunió en aquel país durante la guerra civil. Si en aquella ocasión cada parlamentario aparecía con su ejército particular, armado hasta las orejas, hasta el punto de que en vez de una sesión parlamentaria parecía un encuentro de la mafia, en el caso haitiano se dan circunstancias especiales.Para empezar, las tropas norteamericanas, que ese día van a tener que emplearse a fondo, impedirán la entrada de los congresistas ilegales, que fueron elegidos en unos comicios de enero de 1993, que la comunidad internacional no reconoció. Por otra parte, 10 diputados y un senador legales (partidarios de Aristide), que están en Estados Unidos, en el exilio, serán trasladados a este país entre fuertes medidas de seguridad, y otro tanto se tendrá que hacer con los nueve diputados y cuatro senadores del mismo tenor que han permanecido en Haití, pero en la clandestinidad.
Lo más entretenido del asunto es que Raoul. Cédras, en su calidad de Jefe del Ejército elegido por Aristide -aunque posteriormente lo desplazó mediante golpe de Estado-, tiene perfecto derecho a asistir, según exige la Constitución. También asistirá a la sesión -extraordinaria por tantos conceptos- el cuerpo diplomático acreditado en Puerto Príncipe.
Por otra parte, ayer llegaron a esta ciudad 16 observadores de Naciones Unidas, procedentes de Bangladesh, Nueva Zelanda, Israel, Francia, Yibuti y Guatemala (país que es, a su vez, vigilado por observadores de otras nacionalidades). Están encargados de reportar al secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, sobre la actuación de lo que el mando militar norteamericano sigue empeñado en llamar fuerzas multinacionales.
