Calificaciones
El secretario general del Consejo de Universidades ha dicho (EL PAÍS, 8 de septiembre): "En el futuro habrá que relacionar la calidad de un profesor con el porcentaje de sobresalientes y no de suspensos". Despacio ahí.En Estados Unidos, cuando comenzaba el semestre, los alumnos me preguntaban qué curva estadística iba a seguir para ajustar las notas. "Yo sigo un método distinto", replicaba, "doy a cada alumno la nota que se inerece". Ellos ponían cara de ¡glub!, pero yo me estaba tirando un farol, porque no podía hacer eso.
De los cientos de alumnos que tuve sólo suspendí a tres, que no se presentaron al examen. En contra de la tesis del secretario general, mis alumnos norteamericanos eran incomparablemente peores que mis compañeros de carrera de España, donde yo, que era de los que obtenía calificaciones más altas, tuve una media de aprobado.
Las calificaciones son muy altas en EE UU, pero las razones no son una buena enseñanza, sino el tener contentos a los estudiantes y a sus papás, que para eso pagan. Y nadie se engañe, no van a suceder aquí las cosas por causas distintas. La inflación de notas conduce a una devaluación de los títulos y a un nivel educativo bajísimo. Es cierto que la élite científica de EE UU es la mejor del mundo, pero una gran parte de esa élite es extranjera, y las peores universidades del mundo también están en EE UU. El nivel intelectual general de la población es muy bajo, y esto incluye a muchos universitarios. Naturalmente, esto no disminuye ni el nivel de consumo ni los niveles de audiencia televisivos, sino más bien al contrario, y es esto, más que los planes del secretario general, lo que me hace ser pesimista.- .
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