Aristide agradece a Clinton la intervención a cambio de la protección para los haitianos
El presidente constitucional de Haití, Jean Bertrand Aristide, agradeció ayer, por fin, al presidente Bill Clinton y a Estados Unidos su intervención militar en Haití para restaurar la democracia a cambio de un compromiso del Pentágono de que sus tropas velarán de una manera más directa por la seguridad de la población haitiana amenazada por los soldados del general Raoul Cédras. "Estaviolencia no puede ser y no será tolerada" dijo ayer Clinton, en un intento de reconciliación con Aristide y en un esfuerzo por mantener la operación militar en Haití dentro de los términos planteados.
Estos términos eran para proteger a las fuerzas democráticas y para no para colaborar con la dictadura. Jean-Bertrand Aristide, que se reunió ayer en el Pentágono con los principales asesores de seguridad del presidente Clinton -el secretario de Defensa, William Perry; el consejero nacional de Seguridad, Anthony Lake; el jefe del Estado Mayor, general John Shalikashvili, y el subsecretario de Estado, Strobe Talbott-, puso fin a su hostilidad con el acuerdo fírmado por Jimmy Carter y reconoció que "todas las acciones que se tomen para detener la maldad es un paso hacia la paz final que contemplamos para Haití". Esto no supone tampoco un reconocimiento entusiasta del compromiso al que Washington llegó con el general Cédras, pero expresa, al menos, un deseo de parte de Aristide de seguir cooperando con la Casa Blanca.El presidente haitiano insistió, no obstante, en que "el éxito de esta misión está directamente relacionado con el proceso de desarme". Aristide había pedido anteriormente que las tropas norteamericanas desarmen a los miembros del Ejército, haitiano y a los grupos paramilitarés, pero el Pentágono se resiste a cumplir con esa labor.
William Perry aseguró, no obstante, a Aristide que un millar de policías militares norteamericanos que ya se encuentran en Haití han recibido órdenes de vigilar estrictamente al Ejército haitiano para "asegurarse de que no usan desproporcionados medios disuasorios". El secretario de Defensa afirmó también que las unidades de reacción rápida desplegadas por Estados Unidos en territorio haitiano tienen ahora instrucciones de "contrarrestar cualquier ruptura generalizada del orden".
"Nuestras fuerzas armadas no pueden convertirse en una fuerza de policía de Haití. Pero sí pueden actuar para que el Ejército y la policía haitianos se comporten de una forma responsable y profesional", declaró el presidente Clinton.
Este compromiso de la Administración de Estados Unidos modifica las órdenes manifestadas hasta hoy por los jefes militares norteamericanos en Haití, que habían informado que no intervendrían en las disputas interna de la población haitiana.
Con el propósito de restar protagonismo al general Raoul Cédras, Aristide obtuvo también la palabra de las autoridades norteamericanas de que, a partir de ahora, coordinará su acción militar en Haití con un comité de transición presidido por el ministro de Defensa del Gobierno democrático.
Jean-Bertrand Aristide quiso al mismo tiempo desvanecer ayer las dudas que habían surgido sobre su regreso a la presidencia después de que el general Cédras abandone el poder, lo que está previsto para antes del 15 de octubre. "En menos de 24 días", dijo el presidente, que cumple su tercer año de exilio, "estaré con vosotros en Haití. Allí, continuaremos trabajando como promotores, mantenedores y amantes de la paz".
Mantener la calma
Hasta ese momento, Aristide pidió ayer a su pueblo que mantenga la calma y que no responda a las provocaciones ni a los llamamientos a la violencia. Su fría reacción anterior a los acuerdos firmados por Carter -a quien también ayer agradeció por su labor- habían hecho temer que los seguidores de Aristide participasen en actos de protesta contra la presencia de las tropas norteamericanas.
El presidente haitiano mantuvo, sin embargo, sus reservas sobre la amplitud de la amnistía acordada por la delegación de Carter, y advirtió que ha de haber "reconciliación y justicia" en su país.
Como una contribución más para convencerlo, el presidente Aristide fue recibido en el Pentágono con honores de jefe de Estado, incluídos los 21 cañonazos protocolarios y la recepción por las autoridades en la escalinata del edificio que es sede de las fuerzas armadas norteamericanas.
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