Demografía
Al inicio del siglo XVI, la población de España era de 8 millones y la población mundial no superaba los 400 millones. La progresión geométrica es imparable, a pesar de las continuas guerras y el desgaste permanente producido por las fuerzas de la naturaleza.El sabio Walter Greinling, después de un profundo estudio sobre la evolución demográfica en la antigüedad, afirma que la población mundial rondaba los 30 millones de almas hace 5.000 años, no superándose los 100 millones hasta 3.000 años más tarde. Sin embargo, en el milenio siguiente se dobló esta cifra, y en el advenimiento de la era cristiana, hace 2.000 años, la población mundial superaba los 200 millones.
La alarmante progresión se produce a partir del siglo XVIII, multiplicándose por 10 en los tres últimos siglos, al pasar de
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500 a los 5.000 millones de población actual, a pesar de que en este periodo se han sucedido desastres tremendos y continuos: las guerras de Napoleón I, la de la Independencia de América del Norte, la de Prusia con Francia, la de Japón con Rusia, la I Gran Guerra Europea, las revoluciones rusa y española, la última catástrofe de la II Guerra Mundial, amén de las interminables luchas de menor importancia acaecidas en los cinco continentes y de la mortandad permanente producida por el hambre y la miseria, especialmente en los países más pobres del planeta.
Sólo en Europa murieron a causa de estas luchas alrededor de 200 millones en estos últimos tres siglos, población aproximada que poblaba nuestro continente en el siglo XVIII, y, sin embargo, hoy se cuadruplica.
De continuar la progresión a este ritmo, la población mundial en el próximo siglo, que ya tenemos encima, llegará a los 11.000 millones y en el siglo XXV a la cifra astronómica de 8 billones, imposible de albergar y alimentar en el espacio y medios existentes en nuestro mundo, y no parece probable que este problema pueda superarse por muchos avances científicos y tecnológicos que se consigan.
Con vistas a un futuro no tan lejano, es un tema de extrema gravedad, aun teniendo en cuenta que la sabia naturaleza buscará medios correctores, como el control y reducción drástica de la natalidad, rompiendo los esquemas reguladores que marcaron el desarrollo de la humanidad y el progresivo aumentó del Estado de bienestar en que están empeñados los países más desarrollados. Los otros, bastante tendrán con seguir intentando la supervivencia.
El control de natalidad oficial es ya un hecho en algunos países, como China, prohibiendo y castigando la procreación, y en los países más ricos se autocontrola por los propios interesados para mejorar el mencionado Estado de bienestar, en contradicción manifiesta con las religiones que condenan los anticonceptivos y el aborto.- Arturo Marcos. .
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