'Balseros' en la Castellana
Una tarjeta apareció como una bofetada sobre mi mesa; unos amigos la habían traído para que la viera; resulta que la noche del martes 30 de agosto te invitaban a atravesar la Castellana en una flamante balsa que nos dejaba ante un cubata a golpe de rock, en una conocida terraza.Qué precios tiene que pagar la originalidad con tal de crear reclamos lo suficientemente interesantes como para llenar una terraza o una discoteca. Pero no se puede ser original tratando de asociar una palabra de moda, tristemente de moda: balsa, balsero, con un lugar cuyo único fin es el de vender alcohol y diversiones.
En los momentos en que redacto estas líneas hace menos de una hora que he ido personalmente a entrevistarme con algún directivo de la terraza; no había ninguno, sólo un empleado que en cuatro minutos comprendió mi disgusto, se comprometió a hacerle llegar mi posición a los jefes y, me explicó que, obviamente, no había ninguna mala intención en el mensaje promocional de este espectáculo.
No hubo mala intención, claro, hubo superficialidad, frivolidad, falta de tacto y afán de ser originales con un tema de moda.
Mi primera intención al ver esa tarjeta no fue la de personarme allí (aunque ya era tarde; medio Madrid está lleno de esos anuncios); mi intención no fue siquiera escribir esta carta sino convocar para esa noche a unos cuantos cientos de cubanos y españoles amigos y empapelar las paredes de la terraza con fotos de balseros reales, con fotos de barcos cargados de refugiados españoles desembarcando en el puerto de La Habana, fotos de balseros españoles huyendo hacia las fronteras cuando la guerra; todo en un solo y estremecedor collage. Nosotros también sabemos ser originales y simpáticos.
Ojalá que pronto, muy pronto, en vez de ese estúpido y triste reclamo, la tarjeta de invitación diga: -"¡Cuba libre, - se acabaron las balsas". Entonces sí que cubanos y españoles inundaremos la Castellana para celebrarlo.-
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