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Entrevista:ENTREVISTA CON FELIPE GONZÁLEZ.

"Podemos ganar las próximas elecciones hacemos una política socialdemócrata"

Joaquín Estefanía

Pregunta. Tres meses después de las elecciones europeas, que supusieron una fuerte derrota socialista, ¿qué medidas va a adoptar el Gobierno para tomar la iniciativa? Usted ya ha descartado prácticamente la cuestión de confianza y el cambio de Gobierno.Respuesta. Las propuestas políticas con las que vamos a tomar la iniciativa están en el programa electoral de junio de 1993. No es bueno echar mano de inventos para salir del paso. Sobre todo porque aquel programa mantiene su fuerza innovadora y es nuestro compromiso con los electores. Creo que la situación empieza a ponerse mejor. En el terreno de la economía las cifras empiezan a ser más positivas y hay un cambio de actitud psicológicamente muy favorable para la recuperación económica.

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El comienzo del curso político va a estar marcado por dos asuntos de gran importancia: el debate presupuestario y el debate autonómico.

P. Pero ¿los resultados del 12 de junio no dan para ningún cambio o regate en esa línea recta que plantea?

R. No planteo exactamente una línea recta. Hay que intentar cambiar el modo de hacer política y también alguno de los contenidos de las políticas. Hay que tener mucha más presencia en el Parlamento y en la vida pública. Y además vamos a hacer un esfuerzo económico para aprovechar todas las oportunidades que haya de creación de empleo. El objetivo fundamental en esta etapa inmediata es consolidar la recuperación. Pero también hay que completar el desarrollo autonómico mediante un proceso de negociación con las comunidades.

P. Las elecciones del 6 de junio del año pasado las ganaron básicamente con tres puntos la recuperación económica y el pacto social, el impulso democrático y el Estado del Bienestar. La recuperación económica parece estar consolidándose. ¿Y el resto? El impulso democrático...

R. Vamos a hacer un esfuerzo, con generosidad, para concluir la renovación de órganos institucionales en el mes de septiembre; espero que haya cooperación por parte del Partido Popular, porque ésta es una cuestión que sobrepasa la opinión partidaria. Pero la revitalización de la vida política no acaba ahí. Por ejemplo, en la comisión de partidos habrá que tratar de llegar a un consenso -y nos otros tenemos preparados algunos textos- para una nueva legislación de partidos políticos, tanto en materia de financiación como de funcionamiento, que los haga más transparentes, más participativos y más accesibles a los ciudadanos.

Voy a intentar avanzar en ello desde septiembre, con el PP sobre todo, salvo que esté obsesionado con la idea de la disolución de las cámaras. Espero que no, que tenga políticas alternativas a la de la petición de disolución de las cámaras, que es poco respetuosa con los resultados electorales.

P. ¿Y las posibilidades de firmar un pacto social?

R . Hay mejor clima de diálo-

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go con los sindicatos. Sin embargo, se debe plantear, más que como un pacto global o de carácter general, como un clima de diálogo permanente que ayude también a la consolidación de la recuperación económica.

P. ¿La reforma laboral no es un fantasma que va a surgir permanentemente en estas negociaciones?

R. Espero que no. La reforma laboral da un margen a la negociación entre las partes mucho mayor del que tenían 'hasta ahora, y ésa es su esencia fundamental. Por consiguiente, hay una responsabilidad de sindicatos y de empresarios, que va a afectar a la ordenación de las relaciones industriales en el próximo futuro.

P. ¿Está interesada la patronal en algún tipo de pacto social que apuntale al Gobierno? Este verano el ministro de Economía ha tenido alguna confrontación con representantes empresariales, a los que acusé de estar trabajando para el PP.

R. Ha habido algunas manifestaciones excesivamente politizadas por parte de la cúpula de la CEOE. Esto no significa que los empresarios no estén -y yo he hablado con bastantes empresarios en los últimos meses- muy interesados en que se consolide la recuperación económica y en que haya acuerdos para la consolidación de esa recuperación económica.

P. En cuanto al Estado de bienestar, ¿cómo queda en los Presupuestos del año que viene? ¿Se cumplirá el compromiso de que la inversión pública esté por encima del 5% del PIB?

R. Los Presupuestos de 1995 serán unos presupuestos rigurosos, porque mantendrán como objetivo la contención del déficit. Así que tendrán que priorizar rigurosamente sus objetivos. La preferencia estará en el apoyo a la economía productiva y en las políticas sociales.

En cuanto a la inversión pública, si se puede se mantendrá el compromiso de estar por encima del 5% del PIB; ahora bien, si ha de haber alguna restricción, probablemente uno de los elementos de ajuste será la inversión pública, nunca el gasto social.

P. Hablemos de las malas relaciones con el PP. Estamos en medio de una fortísima polémica sobre la reinserción de terroristas, en la que se han cruzado palabras muy gruesas. En una ocasión dijo que no quería que el PP gobernase para que España no tuviese otro noventa y ocho, y ahora ha acusado a los conservadores de "populistas".

R. Las relaciones son en el último periodo especialmente tensas porque el, PP ha creado un clima de tensión y de confrontación muy fuerte, en particular a partir del 12 de junio, con un solo, objetivo: la disolución del Parlamento. Voy a seguir haciendo un esfuerzo porque ese clima sea de mayor entendimiento, incluso en el inicio de este nuevo curso político intentaré de nuevo hablar con Aznar. Lo hicimos antes de las vacaciones de verano y lo volveré a hacer ahora, a pesar de que no fue bueno el resultado de la última entrevista, según sus manifestaciones, por mas que yo piense que esas manifestaciones no responden al clima de la misma entrevista.

En asuntos tan delicados como los de terrorismo, todos los partidos políticos coinciden en que la estrategia antiterrorista es la misma que se venia siguiendo desde hace mucho tiempo. Pero hay un partido -el PP- que decide en un momento determinado separarse de esa política de consenso. Tiene derecho a hacerlo, naturalmente, pero hay que tener mucho cuidado con las políticas de Estado, porque puede que algún día a ellos les toque la responsabilidad de tomar decisiones en materia de lucha antiterrorista.Prácticamente en todos los asuntos estamos viendo al PP en una actitud bastante populista, una mano por el suelo, y otra por el cielo. Todo lo qué creen que les puede favorecer, desde el punto de vita electoral lo lanzan.

P. Acaba de asumir que el PP puede gobernar. Hay muchos socialistas que manifiestan, desde hace meses, una sensación de derrota irremediable en las próximas elecciones generales, sean cuando sean.

R. No participo de esa opinión. Es la sensación que se. produce cuando hay una derrota electoral como la del mes de junio, a la que se añade el análisis de que, además, se está al final de un ciclo político. Pero es una situación perfectamente superable; nadie tiene por qué resignarse a esto dentro del Partido Socialista. ¿Por qué ser fatalista si tenemos el programa más conveniente para los intereses generales de nuestro país: el programa socialdemócrata? Se pueden ganar las próximas elecciones generales si cumplimos el programa del 6 de junio: crecimiento y empleo, justicia social y transparencia.

P. Si sus compañeros se lo pidiesen, ¿Felipe González estaría dispuesto a presentarse otra vez?

R. Si me lo piden los compañeros, estaría dispuesto a presentarme otra vez, como he dicho en otras ocasiones. Estoy dedicado vitalmente a esta tarea y sería incoherente que hubiera una petición de presentarme como candidato y no la aceptara.

P. ¿Y qué opina de estas últimas declaraciones de algunos de sus compañeros de que hay que empezar también a mover el banquillo del secretario general?

R. Después de veinte años de secretario general, que cumpliré en el mes de octubre, puedo comprender perfectamente esas peticiones, y las respeto.

P. Volvamos al resultado electoral. ¿No cree que el 12 de junio se ha producido un vuelco sociológico en España, de izquierda a derecha?

R. Creo que las del 12 de junio son unas elecciones muy específicas, y que no tiene por qué repetirse esa correlación de fuerza en otro tipo de elecciones. El gran volumen de la abstención que se produce el 12 de junio afecta fundamentalmente a un voto de advertencia, de castigo, al Partido Socialista. En unas elecciones con una participación mayor el resultado sería probablemente distinto. Además, las elecciones europeas se celebran en un momento especialmente dramático, porque no se percibe todavía con claridad la recuperación económica y, sobre todo, porque se estaba bajo el impacto de casos de corrupción extraordinariamente graves. Ha habido un enfado generalizado de los ciudadanos contra el partido que gobierna y contra el Gobierno. Eso puede cambiar.

P. ¿Cómo? ¿Cómo puede cambiar?

R. Con las políticas que decía antes: trabajando para la recuperación económica y la generación de empleo; y combatiendo la corrupción.

P. Entre los aspectos que han dañado los resultados electorales del Gobierno ¿no cree que también figura la imagen de que el Gobierno está hipotecado por los nacionalismos? Por ejemplo, ¿qué opina de que Jordi Pujol aparezca como el personaje más, influyente de este país en una encuesta?

R. Las encuestas no me alteran mucho el ánimo. Nuestro empeño es incorporar al nacionalismo moderado a las tareas de Estado. Algunos han llegado más lejos. Yo nunca he ofrecido a Pujol que sea presidente del Gobierno y, sin embargo, el Partido Popular se lo ha ofrecido en alguna ocasión.

P. ¿Pero esa imagen no genera un problema político?

R. Sí. Genera un problema político que es necesario madurar y superar. ¿Cuál es el problema de fondo? Si España, como realidad histórica, como país, como nación, se v . a a plantear la incorporación del nacionalismo moderado a las tareas de su construcción y desarrollo. ¿Sí o no? Nuestra respuesta es rotundamente positiva. Hay otros que dicen que no, que el nacionalismo moderado defiende intereses -me parece que han dicho- "ajenos y minoritarios". A mi juicio, no es cierto. La realidad de España es Cataluña, y es el País Vasco, y es Andalucía, y es Castilla-La Mancha, y es Castilla y León. Ésa es la realidad de España. Y esa realidad no puede dejar fuera ni a Cataluña ni al País Vasco, ni a fuerzas políticas que, son hegemónicas, desde el punto de vista político en algunos casos y cultural en otros.

Por consiguiente, hay que incorporarlos. Ésta es una tarea de integración de España y una visión de España mucho más correcta que la visión cicatera y mezquina de la confrontación entre Comunidades.

P. ¿Hay un renacimiento del nacionalismo español? .

R. Yo no le llamaría nacionalísmo español, porque España incluye al País Vasco y a Cataluña. A lo mejor se podría hablar de nostalgia centralista. Hay una utilización delicadísima de este asunto; cuando en España se han superado conflictos históricos de una gran envergadura, no deberíamos caer en la tentación de crear enfrentamientos territoriales.

P. ¿Y la recuperación de la figura de Azaña para esta operación?

R. Eso sí es una contradicción., Históricamente Azaña fue muy bien considerado en Cataluña porque tuvo la visión de incorporarla a las tareas del Estado. Se ha utilizado a Azaña y se lo sigue utilizando de manera tortidera.

P. En toda la entrevista surge el concepto nacionalismo como si fuese un problema que ha renacido con mucha virulencia o con mucha fuerza en España.

R. No con mucha fuerza, pero está empezando a nacer un discurso centralista excluyente. Que haya alguien que afirme solemnemente que España no sólo es un Estado, sino una nación, me parece una obviedad. Pues sí. Está en la primera línea del preámbulo de nuestra Constitución. Pero también es plural y hay que aceptar esa plurafidad para que el proyecto sea integrador. Todo lo que sea desintegrador me parece un disparate.

P. Una de las críticas que ha tenido este verano ha sido su mutismo ante problemas de primera magnitud como la catástrofe de los incendios forestales o la guerra del bonito. ¿Asume usted estar en una posición autista, silente, durante largos periodos?

R. En absoluto. No sólo no lo reconozco, sino que no se corresponde con la verdad. Estoy en todos los procesos importantes para nuestro país, y estoy sobre los temas diariamente. Pero voy a estar más presenteante el Parlamento y ante los ciudadanos.

"No he perdido la capacidad de comunicar con Fidel con una cierta cordialidad"

Pregunta. Entremos en la política exterior. Hábleme de la crisis cubana de este verano.R. Nuestra actitud con Cuba es muy clara: propiciar el tránsito entre una situación como la actual y otra de democracia. No hemos sido partidarios del bloqueo y seguimos opinando igual. Hemos intentado hacer algunas cosas prácticas, como, por ejemplo, favorecer una evolución hacia una economía más abierta, de mercado, sabiendo que ello tiene consecuencias políticas. Recientemente, gente del PP, Creo que Aznar entre ellos, han declarado que quieren una política de consenso respecto a Cuba, lo cual me parece muy positivo siempre que ello no suponga una actitud de boicoteo o de ruptura de relaciones con Cuba, como he oído decir en los últimos meses a algunos responsables de ese partido.

P. Desde la derecha. española y desde algunos sectores del exilio cubano se le ha acusado personalmente de legitimar a Fidel Castro, con sus gestos y sus conversaciones.

R. Bueno, soporto bien la acusación. La legitimación de Fidel Castro, la que haya tenido históricamente, depende muy poco de su relación conmigo; su legitimación provenía de la lucha contra Batista y del respaldo que le dieron durante muchos años intelectuales de todo el mundo.

Yo tengo una relación personal con Fidel que es una relación cordial, desde el punto de vista humano, y relativamente conflictiva desde el punto de vista político, porque los criterios que tenemos son muy discrepantes. Pero no hemos perdido nunca la capacidad de comunicar con una cierta cordialidad.

P. ¿Cree que las conversaciones con Estados Unidos sobre el tema de la emigración pueden desbordar ese marco y hacerse más amplias?

R. La emigración no es un asunto que se pueda aislar del contexto de la problemática cubana. La emigración es un producto estricto de los problemas de Cuba y de la relación, además, específica con los Estados Unidos. Por tanto, aislar esa discusión me parece un ejercicio prácticamente imposible, aunque creo que es la pretensión de la Administración norteamericana.

P. Otro tema relacionado con la zona: Haití. ¿Cuál es la posición del Gobierno español sobre la intervención, quizá inmediata?

R. Lo ideal sería que no tuviera que llegarse a una intervención, pero ésta puede ser inminente. De hecho, ya hay un respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Ahí, como siempre, hay que señalar a los responsables, que son el equipo de Gobierno, por llamarle de alguna manera, de Haití, que se niega a aceptar no sólo la legalidad interna, sino la internacional.

P. El Magreb, progresivamente más conflictivo...

R. Es uno de los ejes de la política exterior española -Europa, América Latina y el Magreb-, y es verdad que atraviesa por una situación muy complicada. La evolución argelina es un motivo de preocupación; he estado con el primer ministro argelino hace muy poco tiempo hablando de ello, pero últimamente, además, se han agriado las relaciones entre Argelia y Marruecos. Espero que estas tensiones se superen cuanto antes, porque me parece que añadir más tensión en el Magreb es negativo.En la medida en que nosotros podamos contribuir a la distensión de esa relación, lo vamos a hacer. De hecho, estamos facilitando el tránsito de ciudadanos argelinos, que tratan de retornar a sus puestos de trabajo, hacia Europa, por la dificultad que se ha creado ahora con los visados.

P. Irlanda: el acuerdo de alto el fuego con el Ejército Republicano Irlandés (IRA).

R. Es una noticia muy positiva porque si se deja de matar se abren siempre unas posibilidades que no existían hasta entonces. Algunos tratan de hacer comparaciones, pero son muy difíciles de establecer, por no decir imposibles. Siempre que hay un fenómeno de terrorismo y de violencia es fácil hacer una traslación y decir que se parece a otro fenómeno de violencia y de terrorismo. Pero hay razones históricas que hacen imposible la comparación.

P. Por último, la Unión Europea. Estamos en un periodo casi previo a una nueva presidencia de España y los vientos europeístas que corren no son muy fuertes, precisamente.

R. Soy de los que están convencidos de que el destino histórico de España como nación está muy unido al éxito o al fracaso del proceso de construcción europea. Hay gente a la que esta simple reflexión le molesta, y le molesta cada vez más, puesto que empieza a resurgir un cierto discurso hipernacionalista.

Durante treinta años hemos estado lamentando no estar en Europa. Ahora llevamos menos de nueve años en la Comunidad Europea y hay quien quiere resucitar lo que algunos llaman la España profunda, de rechazo a lo exterior. Me parece un disparate. Tenemos que contribuir a que la Unión Europea sea un éxito no sólo por razones de principio, sino porque los intereses reales de nuestro país están absolutamente vinculados a los europeos. Yo voy a seguir defendiendo esta posición, esté donde esté, porque creo firmemente en ella.

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