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Chili Peppers da un concierto lleno de picante

Un público veinteañero llenó la plaza de Las Ventas para ver al grupo californiano

El cartel de ayer en Las Ventas traía dos figuras y dos novilleros del rock alternativo. Los californianos Red Hot Chili Peppers y los escoceses Primal Scream eran los platos fuertes. Los madríleños Tribu X y los catalanes Sopa de Cabra, los entrantes. Un concierto que, por la sequía de grandes espectáculos de este verano, se había convertido en el más esperado de la temporada. Miles de veinteañeros, que casi llenaron el aforo de la plaza, acudieron con sus mejores galas: pendientes en la nariz, pelo largo y tatuajes. El grunge español vivió su gran fiesta ayer en Madrid con este minifestival a su medida.

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Madrid, capital "grunge"

"Soy muy feliz", gritó Flea después de empezar con tropezón su contacto con el escenario madrileño. De seguidas, comenzó ' el festín de rap, funky y rock. Mientras se contempla a los cuatro componentes de Red Hot Chili Peppers y su aspecto troglodita, cuesta creer que esta banda haya escrito toda una página crucial en la evolución vivida por el rock contemporáneo.Su directo consiste en comunicar un alto grado de energía física y un mucho de sonido agresivo, conducido en todo momento hacia el sentido del ritmo. Así se muestren en tono violento, Red Hot Chili Peppers guardan siempre el hueco que deben a su formación funky, que es heredera del gurú Georges Clinton, figura señera del género que ha sido recuperada para conocimiento del aficionado inquieto.

Para el espectador no iniciado, Red Hot Chili Peppers produce una cierta sensación de caos, debido de manera primorial al aluvión de gestos de estilo que produce sin descanso el cuarteto de Los Ángeles. No obstante, lo que desprende su música es un ritmo contagioso que no ahorra esfuerzos para acercarse a su ideal de espontaneidad e improvisación, valores de cuales le gusta presumir como argumentos fundamentales de su manera de crear.

Camisetas

El inquieto vocalista Anthony Kieidis consiguió que los asistentes a Las Ventas se despojaran de su camiseta, para acto seguido sacudirla al aire al son de Higher Ground, tema propiedad de Stevie Wonder. Los mecheros se encendieron para dar la bienvenida a Under the Bridge, canción basada en las experiencias con las drogas duras.

Como colofón del recital, Red Hot Chili Peppers tuvo que salir a interpretar dos canciones, y sus miembros lucieron para la ocasión unos impresionantes sombreros que funcionaban a lo lanzallamas.

Por si la impresión causada hubiera sido poca, procedieron a despedazar y a arrojar por la borda del escenario todo el aparato de percusión utilizado en el concierto y, en una última demostración de la alegría que les había producido culminar de modo tan notable su actuación de Madrid, Red Hot Chili Peppers decidieron bajarse los pantalones y dar así un último adiós a la concurrencia, cuyo entusiasmo alcanzaba por entonces las máximas cotas.

El festival que cerraba el agosto musical de Madri se puso en movimiento hacia las 18.45, con la presencia sobre el escenario de Tribu X, novedosa formación madrileña con apenas 18 meses de vida.

El quinteto autóctono mostró en directo el significado de lo que ellos mismos han dado en definir estilísticamente como funky-caña. El asunto viene a consistir en lograr que la potencia del rock suene estimulada siempre por un aderezo entre funky y saltarín.

Sopa de Cabra, por su parte, sufrió la vieja y estúpida rivalidad de índole autonómica. El lamentable rito se concretó en lanzamiento desde sectores del público de vasos de plástico nada más mostrar los rostros los músicos. Puestas así las cosas, una vez cesó la lluvia de objetos, el grupo catalán aguantó el chaparrón y cumplió su repertorio con estoicismo, frente a la indiferencia general.

Ansia 'stoniana'

En la apertura de Primal Scream también se produjo algún lanzamiento de objetos, lo cual tuvo como efecto ocasionar un amago de retirada por parte de la banda. La organización optó por solicitar calma, y finalmente el grupo arrancó a tocar llevado de ese ansia stoniana que destila su obra más reciente.

A base de piezas de tono bailable, surcadas de cuando en cuando por algún riff de marca rockanrolera, Primal Scream logró cuajar una actuación estimable. Su cóctel no conmocionó, pero tampoco desagradó a una audiencia que en su mayor parte desconocía el repertorio del conjunto. Pero la auténtica estrella de su intervención fue la espléndida vocalista Denisse Johnson, que literalmente eclipsó al líder Bobby Gillespie.

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