Fallece en Santillana del Mar el escultor cántabro Jesús Otero
Jesús Otero Oreña, el gran escultor de Santillana del Mar (Cantabria), dejó de existir a media tarde de ayer en su casa de la histórica villa donde lentamente en las últimas semanas había ido apagándose su vida de 86 años. Con Jesús Otero desaparece el último de los manipuladores cántabros de grandes masas pétreas. Vinculado a la Escuela de Altamira y al grupo Proel, su obra permanece en el museo que lleva su nombre, creado el pasado mes de marzo.Desde las 20.00 horas de ayer las banderas del Ayuntamiento ondean a media asta en señal de duelo y posiblemente la enseña de la villa donde nació cubrirá hoy el féretro cuando parta de la casa que compartía con su hermana Magdalena camino de la Colegiata donde tendrán lugar las exequias fúnebres.
El gran artistas había visto inaugurado en marzo pasado el museo que en Santillana lleva su nombre y contiene 50 de sus obras y bocetos que él había cedido. Otros 1.500 esquemas y apuntes de su fecunda existencia artística, todavía no ordenados, incrementarán posiblemente en el futuro aquella gran exposición permanente.
Entre las numerosas creaciones por él donadas figura un relieve que para él tenía una especial significación al representar los rostros de sus padres, abuelos y hermanos. "Indudablemente", había dicho recientemente, "es la más querida por mí por su temática familiar". Apenas tenía 15 años cuando la esculpió.
Paz y ternura
Muerto célibe había dicho siempre que su novia era la escultura. En su casa, llena de recuerdos familiares y de testimonios artísticos, deja inacabados los apuntes que constituían la base teórica de la que hubiera sido su última obra, ni siquiera emprendida porque la vida se le escapaba y a la que sí había puesto título: Altruismo, paz y ternura a manos llenas.Otero siempre fue fiel a Santillana donde decidió permanecer abandonando toda tentación de domiciliarse en París, Madrid o Barcelona, como tantos artistas en su juventud o madurez. Una cantera de piedra arenisca, la materia prima que precisaba para su gran taller creativo, descubierta en su pueblo fue la causa. Conocedor de los principales museos de Europa jamás renunció a Santillana del Mar y tampoco al cincel que mantuvo en sus manos sin perjuicio de trabajar también el bronce y la madera. "El hormigón", solía decir, "no es escultura. Escultura es lo que se talla a punterazo limpio, como bien sabía Miguel Ángel".
Otero tiene repartidas por el mundo numerosas obras entre ellas el monumento a Juan de la Cosa, erigido en Colombia, o la Virgen del Rosario, de Miami. El monumento al poeta torrelaveguense José Luis Hidalgo y la cabeza doliente del Cristo de la Albericia, entre otras obras que pueden verse en Santander, mantuvieron permanente la admiración y el respeto de sus habitantes por el escultor desaparecido.
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