Una denuncia por falsedad tiñe de escándalo el éxito de una exposición de Dalí en Moscú
El público ruso, pese a la polémica, hace colas para ver las obras surrealistas
Una exposición de litografías y grabados de Salvador Dalí que atrae largas colas de público a la Casa Central de los Pintores de Moscú ha derivado en escándalo. La polémica llegó con la publicación en el diario Izvestia de dos cartas llegadas al Ministerio de Cultura, cuyos firmantes -uno de ellos Pierre Argelès, antiguo marchante daliniano- advierten que las obras exhibidas son falsas. La exposición ha sido orga nizada por una firma privada rusa y una galería alemana. El incidente es revelador del caos que envuelve la obra gráfica y escultórica de Dalí, que se dedicó a firmar hojas en blanco y documentos de autenticidad para piezas hechas por otros.
La exposición de la Casa de los Pintores ha sido auspiciada por una firma privada rusa llamada Krimsky Val en colaboración con una galería alemana. Los responsables rusos de la exposición no divulgaron el nombre de sus socios alemanes, pero aseguraron que éstos habían aportado documentos de autenticidad de las obras. En los boletos de entrada a la exposición, advierten que no garantizan la satisfacción del público.Las largas colas para ver a Dalí en Moscú se explican por el carácter de proscrito que tuvo el pintor de Figueres bajo el régimen soviético. Los rusos pudieron ver la primera exposición daliniana en 1988, en plena perestroika.
Ningún óleo
Una diferencia entre esta exhibición de Dalí y las demás que ha podido ver el público ruso es que en esta ocasión no se exhiben óleos, sino litografías, grabados, esculturas y otros objetos. La diferencia es crucial, pues es sabido que Dalí era muy riguroso con sus cuadros, pero se despreocupaba por completo de lo que sucedía con su obra gráfica.En los últimos años de su vida, espoleado por marchantes poco escrupulosos y por su propia codicia, Dalí aceptó firmar millares de hojas en blanco que después eran impresas- en grandes tirajes. Lo mismo sucedía con sus esculturas, joyas y otros objetos, cuyos derechos de reproducción vendía sin controlar la difusión y la comercialización. Así, de una litografía de la que supuestamente existían 100 o 500 ejemplares, podía haber 30.000 ó 60.000, todos ellos vendidos a precio de serie limitada..
El autor de la citada denuncia, Pierre Argelès, es un coleccionista y marchante que en los años 70 tuvo relación con Dalí. No es la primera vez que afirma que durante la enfermedad de Salvador Dalí se firmaron documentos falsos. "Por eso, me permito informarles que esta exposición es dudosa, para que ustedes tomen las medidas necesarias con el fin de clausurarla y así evitar que el público moscovita sea engafiado", escribía en la carta al Ministerio ruso de Cultura, que publicó el diario Izvestia.
La exposición comprende unas 900 obras gráficas y pequeñas esculturas, de las cuales unas 300 se han puesto a la venta. Algunos moscovitas rápidamente enriquecidos con la especulación han gastado enormes sumas de dinero -pagadas en divisas occidentales para adquirir esas dudosas piezas.
Los organizadores de la exposición convocaron ayer una conferencia de prensa en la que calificaron el escándalo desatado como "un malentendido". Explicaron que "se consideran originales las primeras litografías y grabados -generalmente la primera decena- que se tiran y entre las obras a la venta hay algunas que cumplen con este requisito, mientras que otras no. El comprador puede ver el número que corresponde a cada obra que adquiere".
La explicación también es falsa. Se considera obra gráfica original toda aquella en cuya producción interviene personalmente el artista. Los primeros ejemplares del tiraje se consideran pruebas de artista (P. A.) o se denominan fuera de comercio (Hors Commerce o H. C.). Su cotización es mayor que el resto del tiraje, pero las demás reproducciones también son considerada obra gráfica original, siempre a condición de que el artista intervenga en el proceso.
El público ruso no le ha dado mucha importancia a la polémica y hace horas de cola para poder ver las obras de Dalí, un artista que en la época soviética era exponente de la decadente cultura occidental, al igual que muchos otros creadores plásticos de las más diversas tendencias, desde Max Ernst hasta Francis Bacon, pasando por Joan Miró.
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