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El mar devuelve a las costas de Cuba a algunos huidos que no lograron su objetivo

Cientos de balseros regresaron a sus casas el fin de semana después de una travesía infernal durante la cual ya mucha gente ha perdido la vida. El domingo, efectivos de la policía cubana recogieron en Cojimar el primer cadáver que recaló en la costa del pueblo, mientras las autoridades prevén que en las próximas horas aparezcan más ahogados en las playas de La Habana. Los guardacostas estadounidenses trasladaron a la base militar de Guantánamo un primer contingente de 842 cubanos recogidos en el mar. Sin embargo, nada parece poder detener el éxodo de balseros.

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"Fue terrible. Estuvimos a punto de morirnos", cuenta Wilson acodado en un muro de piedra de la calle Real, de Cojimar, pues no se puede sentar. Wilson, de 49 años, salió el viernes a las 10 de la mañana de Cojimar en un pequeño catamarán casero construido con cuatro cámaras de camión y poliespuma, y una pequeña vela cangreja.Tardó más de cinco días en preparar el pequeño bote junto a sus cuatro compañeros de aventura -un padre y su hijo y dos amigos-, y en comparación con las balsas que han salido de Santa Fe, Guanabo y Cojimar, quedó bastante bien. Sin embargo, cuando los cinco se encontraban a 10 millas de la costa se les reventó un neumático y estuvieron a punto de hundirse. "Había mar de leva y las olas eran de tres y cuatro metros. En medio de aquel movimiento, amarramos como pudimos un trozo de poliespuma en el lugar del neumático pinchado, y decidimos volver a La Habana".

Wilson y sus amigos había remado todo el día y parte de la noche y estaban exhaustos. Durante su truncada travesía, vieron mas de 60 balsas, la mayor parte en iguales o peores condiciones que la de ellos, pidiendo auxilio. "La gente pedía ayuda. Por la noche algunos tiraban bengalas, y de día les hacían señas con espejos a los helicópteros que pasaban para que los recogiesen", cuenta Wilson, quien tiene todas las manos llenas de ampollas.

Por suerte, todos los que se tiraron con él eran de Cojimar y sabían de mar, cómo sobrevivir en él y cómo orientarse por las estrellas."Hubo más de una balsa que se nos arrimó y nos preguntó que para dónde estaba el Norte", recuerda con horror, agregando que para otros fue peor, pues otros balseros de Cojimar le contaron que se les habían acercado balsas repletas de gente que les pidieron comida y agua, ante lo cual salieron remando en sentido contrario para evitar ser saqueados en medio del mar.

Después de navegar 10 millas, Wilson y sus amigos decidieron volver, pero no fue nada fácil. La mar de leva y las corrientes les impedían llegar a la costa, y recuerda que estuvieron durante más de cinco horas a tres millas de la costa de La Habana, sin poder avanzar ni un palmo. "Yo ya estaba desfallecido, con las nalgas peladas de estar sentado y mojado durante tanto tiempo, y sin fuerzas para remar", cuenta todavía asustado. "Pero lo peor no es eso. Cuando estábamos en alta mar, ya con la balsa virada pasó un barco mercante mexicano y no nos quiso socorrer", dice con los ojos enrojecidos.

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A las cuatro de la tarde apareció una lancha guardacostas cubana que les ofreció ayuda. "Nos preguntaron que si queríamos volver a tierra o preferíamos seguir y les dijimos que volvíamos". Una vez a bordo de la Griffith, fueron esposados y los marineros les preguntaron si habían visto más balsas en malas condiciones. Les dijeron que sí y les indicaron donde. A cinco millas, Wilson avistó la balsa grande en la que viajaban más de ocho personas que antes había visto pedir ayuda. "Eran ocho, y cuando los subieron estaban medio deshidratados, pues llevaban más de 14 horas sin tomar agua".

"Cuando llegamos a tierra eramos mas de 60 los balseros rescatados. Nos esposaron a todos, yo creo que sólo para evitar que nos llevásemos su barco para Miami, pues cuando llegamos a Jaimanitas nos soltaron, nos tomaron el nombre y nos dijeron que nos fuésemos a casa".

Ahora Wilson y sus compañeros han empezado a construir una nueva balsa. "Nosotros vamos a llegar, aunque sea ahogados", dice uno de ellos.

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