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La 'pequeña Habana' sueña con la caída de Fidel

El corazón de la pequeña Habana de late con más impaciencia que nunca en los días siguientes al éxodo masivo anunciado por Fidel Castro. "Hay una rebelión interna que no la para nadie", dice convencido Manolo García, uno de los muchos exiliados que se reúnen habitualmente a las puertas del restaurante Versailles, punto de encuentro de la comunidad cubana en Miami. Los más de un millón de cubanos establecidos en Miami, muchos de ellos con tres décadas en el, exilio, no saben ya qué esperar de crisis como la presente, similar a otras de 1965 y 1980, en las que Castro abrió las fronteras.

En la noche del martes, el ambiente en el Versailles hasta altas horas de la calurosa madrugada era de optimismo y casi euforia. "En cinco años levantamos a Cuba, y sin ayuda de nadie", aseguraba Manolo García, que vino a Miami, según él, en busca de la democracia en la que personalmente cree: la de poder ganar dinero.Pocos son los que quieren quedarse en Miami a largo plazo. "Nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino", dice un cubano a quien llaman El Moro. Él sólo desea volver a la isla y a Miami sólo le une la necesidad de mandar a su familia en La Habana utensilios para la pesca, su único medio de supervivencia. "La culpa de esta situación", dice, "la tienen los que han creído que Fidel era una persona cuerda con quien se podía dialogar, cuando en realidad es un loco". La alusión a la locura desata entre los contertulios violentos apelativos hacia el presidente cubano, a quien la mayoría desea ver muerto

José Antonio Lanuza, presidente del Centro para la Democracia en Cuba, un grupo de oposición moderado que aboga por el diálogo con el Gobierno castrista, dice que "la desesperación ha llevado a la gente de aquí a adoptar posturas violentas, y eso es comprensible pero no tiene salida.En algún momento va a haber que sentarse a negociar porque lo que no se puede es matar a todo el mundo". Además, Lanuza explica que el problema de Cuba no se circunscribe a Castro: "Si se le extrapola, queda una estructura legal y administrativa que es a la que dirigimos nuestra labor".

Que caiga Castro

Pero en el Versailles nadie oculta su deseo de que Castro caiga por encima de todo. Saben que no se producirá un nuevo Mariel porque. los buques de guerra de Estados Unidos lo impedirán, pero tampoco desean que el presidente Bill Clinton ordene una invasión. Ellos quieren ser los protagonistas del regreso a Cuba.

"Los combatientes no esperamos nada de EE UU más que la traición", afirma Nino Díaz, a quien todavía llaman comandante porque dirigió a un grupo de infiltrados en el desembarco de Bahía Cochinos, la fracasada operación montada por la CIA (Agencia Central de Inteligencia norteamericana) en 1961. Calcando las palabras del líder radical del exilio cubano en Miami, Jorge Mas Canosa, Díaz añade: "Si hemos creado Miami ¿cómo no vamos a levantar Cuba?".

La inmensa popularidad de Mas Canosa asusta a Lanuza. "Con él tenemos aquí lo mismo que tenemos allí", dice. "Fidel Castro y Mas Canosa tienen un ego extraordinario, y han usurpado, el uno la idea de la revolución, y el otro la de la democracia. Canosa dice: 'El anticastrismo soy yo".

Lanuza reconoce que la inmensa mayoría de los cubanos en Miami quiere una respuesta violenta, pero que esta actitud se encuentra sobre todo entre los exiliados de mayor edad, mientras los más jóvenes tienen una mayor esperanza de diálogo.

"Además hay otro factor, y es que algunos de los que ahora quieren arrancar la cabeza de Fidel son los que antes le aplaudieron en Cuba, y no quieren que eso se sepa". El Centro para la Democracia en Cuba, no ha tenido contactos con el Gobierno de Castro ni con la oposición en los últimos días. "No lo voy a intentar, es un momento delicado", dice Lanuza.

Vicente Rodríguez, director del semanario La Voz de la Calle, dice que éstos son momentos "de gran esperanza. El pueblo ha perdido el miedo. Pero el anuncio de Fidel de permitir el éxodo es una maniobra para que la gente deje de pensar en la revuelta". En palabras de Lanuza, el hecho de que Fidel convierta el tema migratorio en el centro de la crisis, es como si "un médico examina a un paciente que tiene cáncer gangrena y lo primero que le mira es la dentadura".

La "invasión" española

A Ricardo Valladares lo que más le indigna es la "invasión" de empresas de turismo españolas que, según él, han financiado a Castro en los últimos años. "Cuando la gente vuelva allí va a querer recuperar sus tierras por la fuerza, y quiero advertir que la vida de esos empresarios puede peligrar".

Valladares, que también estuvo infiltrado en operaciones de la CIA, no será, sin embargo, uno de los que regrese a Cuba con ánimo de revancha. Propietario de un taller de reparación de compresores de aire y con hijos de nacionalidad estadounidense, dice que ve muy difícil dejar de golpe todo lo que ha conseguido aquí.

"Yo calculo que el 30% o el 40% de los cubanos exiliados en Miami regresarán en dos o tres anos si se va Fidel", explica Rodríguez. "El resto está muy asentado".

Por los alrededores del Versailles pululaba también una tuna universitaria y una vendedora de rosas que lanza entre carcajadas comentarios irónicos a los cuatro o cinco grupos de conversación que se han ido formando. "Sí, sí, la economía está muy mal ..."

A su lado, un mendigo oscurecido por la suciedad, deambula entre los acomodados miembros del exilio que frecuentan el Versailles pidiendo un cigarrillo y recibiendo miradas de desprecio. Aseguran que es uno de los disminuidos psíquicos que Fidel dejó huir a Florida en 1980.

. El Moro explica que el régimen de Castro está acabado porque en los disturbios del viernes pasado en el Malecón de La Habana, las fuerzas de seguridad no dispararon contra los manifestantes. "Ya ni la gente que está con Fidel está dispuesta a atacar a sus hermanos, sus amigos y sus vecinos". Aunque quizá no viva para ello, el sueño de El Moro es volver a la isla para reconstruirla con sus propias manos.

Pero una solución inmediata, aunque deseada, se reconoce imposible. Según Manolo García, "después de 35 años, sería una gran decepción que Estados Unidos tuviera que invadir y, evidentemente quedarse más años para que podamos regresar".

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