Más de 10.000 personas se manifiestan en Bermeo y Burela contra el atún importado

La movilización contra el uso de redes de volanta se desarrolló ayer en tierra. La campaña del bonito no se interrumpió en alta mar, pero más de 10.000 personas salieron a la calle en Bermeo, (Vizcaya) y enBurela (Lugo) en apoyo a los pescadores del Cantábrico. El rechazo a las redes de enmalle a la deriva o volantas y a las arrastreras o pelágicas fue el detonante de la manifestación; las críticas a las empresas transformadoras de pescado -que son las principales importadoras de bonito pescado con volantas-, su telón de fondo. Mientras, los 11 barcos de la flota bonitera británica regresaron ayer al caladero, escoltados por dos buques de su Armada, para evitar mayores pérdidas.

Más de 5.000 personas se manifestaron ayer en Bermeo en apoyo a las reivindicaciones de los pescadores del Cantábrico. "Bolantarik ez; pelagiakoarik ez" (no a las volantas; no a las pelágicas) fue el lema que corearon los manifestantes, que acudieron a Bermeo desde el resto de los puertos vascos y de Cantabria. Al concluir la manifestación los portavoces de las cofradías pidieron a los consumidores "apoyo activo" a sus reivindicaciones: "no compreis pescado fresco ni en conserva capturado con redes ilegales".Mientras, en Burela una movilización similar recorría en silencio las calles de la localidad lucense. Las pancartas contra la utilización de volantas y el respaldo de los representantes de los partidos políticos, de los sindicatos y del Gobierno de la Xunta rompían ese silencio. En la cabeza de ambas manifestaciones los presidentes de las cofradías portaban pancartas que acusaban de traición .a las empresas importadoras de pescado capturado con volantas.

La marcha que recorrió las calles de Bermeo pasé por las puertas de las conserveras más importantes del pueblo. Las cofradías continuaron ayer las conversaciones con los importadores de pescado para que dejen de comprar bonito procedente de las flotas europeas, sin conseguir acuerdos.

La política de compras de las empresas de transformación es fundamental para los intereses del sector de bajura. España es el mayor consumidor de pescado de la Unión Europea y los conserveros españoles los mejores clientes de los atuneros europeos, que a un precio muy inferior venden pescado de peor calidad que el capturado con las artes tradicionales.

Las cofradías quieren que los consumidores castiguen a las empresas conserveras que no acepten por escrito el cese de las importaciones de pescado. Ayer advirtieron a los importadores que harán publica una relación de las marcas "que sigan adquiriendo pescado capturado con estas redes asesinas".

Germán Arrizabalaga llegó ayer con su mujer a Bermeo desde Mutriku, justo en el día que cumplía 67 años. Después de 40 años de trabajo en el mar está convencido de la necesidad de obligar a los pescadores europeos a abandonar las redes de deriva y arrastre. "Si no rectifican no hay futuro para la pesca de bajura", vaticina. Pagan por él menos de la mitad".

Mientras, la tensión en alta mar se mantiene. Ayer, uno de los buques de apoyo a la flota española, el Hendai, localizó a un barco francés que faenaba con redes ilegales (superiores a 2,5 kilómetros). Es el segundo pesquero galo interceptado desde que los pescadores del Cantábrico regresaron al caladero hace nueve días.

Los once barcos de la flota bonitera británica, que la semana pasada se enfrentaron a los españoles en alta mar, regresaron, ayer al caladero. "Tienen derecho a estar allí. Si los pescadores españoles cometen una acción ilegal, se lo comunicaremos al Gobierno español", aseguró ayer William Waldergrave, nuevo ministro de Agricultura. El buque de la Armada británica, HMS Alderney, navega hacia el Golfo de Vizcaya para, vigilar y proteger a los pesqueros ingleses.

El refuerzo de las medidas de protección -otro buque, el HMS Anglesey, se encuentra en la zona- mejorará las relaciones entre la Armada y los pesqueros de Cornualles, deterioradas por la confiscación por parte de la primera de las redes del pesquero Charisma por sospechar que no eran reglamentarias, como se comprobó.