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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio de Kim

KIM IL SUNG pudo decir que duró más que el comunismo soviético. La muerte anunciada ayer del jefe del Estado norcoreano se produce en un momento de peligroso aislamiento de su país, inducido ' por las ambiciones nucleares de su propio líder, pero también cuando alienta la posibilidad de que Pyorigyang busque un mejor lugar en el mundo.Kim II Sung, oficialmente reinante desde 1948, con la constitución del régimen comunista de Corea del Norte y la división de la península coreana, y en la práctica desde 1945, tras la derrota de los japoneses, era la viva imagen del líder dado a todas las sicofancias. Dictador estrecho de miras, mal estudiante según sus mentores soviéticos, ridículamente pagado de su obra, rodeado de monumentos en el más rotundo estilo estalinista, Kim Il Sung desaparece sin haber comprendido, con gran probabilidad, lo que ha sucedido a su alrededor en los últimos años con el derrumbe, del imperio de Moscú.

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No carente de cierta habilidad maniobrera para tener a raya a China, con la sombra de la URSS y no dejarse ahogar por el abrazo soviético porque allí estaba Pekín, el líder norcoreano era, sobre todo, un superviviente. Y precisamente porque tenía en tan alta estima su continuidad había previsto oficialmente que su hijo Kim Yong II, hoy de 52 años, le sucediera en el trono de Pyorigyang, aunque hoy aún no hay anuncio sucesorio.

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La crisis por la que atraviesa el régimen norcoreano nace de su negativa a admitir el control externo de sus instalaciones nucleares, que Pyongyang se comprometía a no dedicar más que a usos pacíficos por la firma del Tratado de No Proliferación Nuclear en 1985. Establecidas determinadas dudas en Washington sobre la fiabilidad de esas garantías, el presidente Clinton ha hecho del doblegamiento de Corea del Norte en la materia uno de los principales tests de su política exterior.

En las últimas semanas, tras la visita mediadora del ex presidente Cartera Kim II Sung, la tensión había cedido considerablemente y comenzaba a abrirse paso la idea de que la amenaza nuclear norcoreana, fundamentada o como mero bluff, era una carta negociadora del líder, ahora fallecido, para negociar el reconocimiento diplomático y la ayuda económica norteamericana. Al fin y al cabo, podía decirse Kim, Il Sung, si Vietnam, que derrotó a Estados Unidos en una guerra aún mucho más feroz que la de Corea -donde la lucha acabó en tablas-, se halla ahora en inmejorables relaciones con Washington, por qué Pyongyang -junto con la Cuba de Castro- ha de seguir siendo un apestado.

Para fin de julio estaba prevista una cumbre entre el difunto y el presidente de Corea del Sur, Kim. Young Sam, la primera de ese género desde la división de la península. Pronto sabremos si simplemente habrá un cambio de Kim, y el hijo, luego de entronizado, se da seriamente a la negociación.

Kim Yong II, con excelente reputación como inductor de terroristas, hombre de los servicios de seguridad y único sucesor con denominación de origen para el fundador de la dinastía, pasa, sin embargo, por ser un pragmático. A EE UU le sería, quizá, más fácil negociar con el hijo que con el padre, pero lógicamente esperará a que se produzca una aparente consolidación sucesoria. antes de hacer o escuchar propuestas sustantivas.

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