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EL RETORNO DE ABU AMMAR

El Ejército israelí hace la vista gorda ante los colonos judíos que bloquean los accesos a Jericó

Los soldados israelíes no impidieron la llegada de ciudadanos palestinos desde los confines de Cisjordania a la ciudad de Jericó, pero tampoco salieron de sus cuarteles para asegurar la libertad de circulación en la carretera que une Jerusalén con Jericó -el único acceso a la ciudad de los dátiles-, bloqueada por colonos judíos. Decenas de colonos procedentes del asentamiento de MitzveJerico, a escasos cuatro kilómetros de la ciudad, hicieron una barricada con grandes neumáticos que luego procedieron a. incendiar. Horas más tarde, el Ejército desalojó a los manifestantes y desvejó la ruta.

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Los colonos alfombraron la carretera con barreras de pinchos metálicos para reventar los neumáticos. Una vez desalojados los colonos, los soldados recogieron cansinamente los neumáticos, una operación en la que a lo largo de la mañana de ayer los militares invirtieron varias horas. Una excavadora arrasó sin problemas la barricada una vez que los militares se decidieron a actuar.Los soldados que rodearon a los colonos recibieron una verdadera letanía de injurias: "¡Maniacos!", "¡Nazis!", "¡Servís a un Gobierno bolchevique antijudío y antisionista!". Cuando los colonos advirtieron la presencia del gallardo comandante del destacamento militar, que exhibía una kipá (el tradicional tocado hebreo), los insultos se recrudecieron: "¡Cabrón!", "¡Vendido!", "¡Traidor!", "¡Quítate la k¡pá, hipócrita!", "Vienes a echarnos de Sión y te atreves a lleva la kipá".

La tarea de los soldados y oficiales que bloqueaban a los enardecidos colonos judíos no fue fácil. Sin embargo, nadie dudaba de que si la carretera hubiese estado bloqueada por jóvenes palestinos habría quedado despejada en pocos minutos, y no al cabo de varias horas, como sucedió ayer.

"¿Qué quiere que le diga?", explicaba un suboficial de unos 30 años. "Yo detesto a estos colonos. Por su culpa me veo obligado cada vez más a menudo a imponer el orden en los territorios ocupados. No les tengo ninguna simpatía a causa de sus ideales y de su conducta. Pero, ¿qué quiere que haga? ¿Es que no puedo golpear igual a un judío que a un árabe?".

A pesar de lo aparatoso de las columnas de humo que se elevaban sobre la carretera, lo cierto es que los ultraortodoxos opuestos al proceso de paz y al acuerdo de autonomía palestina apenas lograron concentrar a unas decenas de fanáticos, muy por deba o de las expectativas de los organizadores.

El primer ministro israelí, Isaac Rabin, por su parte, reiteró ayer su empeño en llevar a buen puerto el proceso de paz con sus vecinos árabes. "A pesar de los gritos y las protestas, vamos a continuar con el proceso de paz. Hemos recibido un mandato del pueblo y pensamos cumplirlo", dijo Rabin ante una asamblea de la federación de sindicatos de Israel. "Queremos alcanzar la reconciliación con los palestinos, con Jordania, con Siria y con Líbano, y en este empeño estamos dispuestos a asumir riesgos para alcanzar grandes objetivos", aseguró Rabin que citó al que fuera primer ministro conservador, Menachem Begin, como el predecesor que abrió el camino al firmar los acuerdos de Camp David con el presidente egipcio Anuar el Sadat en 1979.

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