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Un segundo informe revela que EE UU hizo experimentos radiactivos en 1.200 personas

Niños, psicópatas y embarazadas fueron cobayas en 48 pruebas médicas

Otras 1.200 personas, además de las aproximadamente 800 que se sabía, fueron víctimas de experimentos con radiactividad entre los años 20 y 1989, según documentos que permanecían en la caja de seguridad del Departamento de Energía de Estados Unidos. Las 48 pruebas médicas que ahora salen a la luz gracias a la labor de transparencia puesta en marcha por la secretaria de Energía Hazel O'Leary, se hicieron sobre personas sanas y enfermos terminales, mujeres embarazadas y pacientes de hospitales psiquiátricos, niños y fetos."Todo este asunto de los experimentos médicos es horrible", dijo la secretaria de Energía, especialmente indignada por los casos de mujeres y niños en el Proyecto Luz del Sol, un estudio secreto realizado en los años 50 sobre los efectos de la lluvia radiactiva procedente de explosiones nucleares atmosféricas.

Otras pruebas para examinar el funcionamiento de la glándula tiroides en trabajadores de una instalación de armas nucleares incluyeron la ingestión de leche de una vaca que había recibido yodo radiactivo.

En el capítulo de las explosiones secretas, la secretaria de Energía confirmó que fue en 1962 cuando Estados Unidos experimentó la explosión subterránea de una bomba nuclear de 20 kilotones alimentada por plutonio procedente de reactores nucleares no militares.

Uranio enriquecido

Entre 1945 y 1992, la producción norteamericana de uranio altamente enriquecido en las instalaciones de Ohio y Tennessee, reveló O'Leary, alcanzó las 994 toneladas métricas, y no las 500 ó 600 que se creía. El uranio se ha utilizado fundamentalmente como combustible de armas nucleares y de submarinos y buques de guerra.La información sobre los arsenales nucleares, sin embargo, no descubre los secretos más importantes, según el congresista Ron Wyden: el número de cabezas nucleares del Pentágono y la velocidad a la que se están desmantelando las incluidas en los tratados de desarme.

"Queremos mantener reservada toda la información posterior a 1989", explicó Hazel O'Leary, "y utilizarla para negociar acuerdos bilaterales de intercambio de datos sobre los arsenales nucleares". Para no ofrecer ventaja a los rusos, que dan información del desmantelamiento de sus arsenales con cuentagotas, las revelaciones reflejan "un tenso equilibrio entre la necesidad de información y la la seguridad".

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