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La Babel del baile

La nueva compañía Béjart Ballet Lausanne vuelve a ser un hervidero cosmopolita donde confluyen bailarines de muchas nacionalidades. La agrupación, menos treinta artistas, se nutre de gente joven y dinámica. El belga Koen Onzia no duda en expresar lo que ha signicado Béjart en su carrera: "Me ha ayudado a expresarme en libertad a través de la danza. Aquí lo importante es la imaginación para entregarse al bailar cualquier cosa".La norteamericana Kathryn Bradney dice: "Para mí Béjart es todavía el mejor de hoy, sé que hay otros coreógrafos que hacen cosas interesantes, pero él no está superado en lo absoluto". Para ella el estilo bejartiano es el más completo: "Cuando el Rhin hicimos un entrenamiento moderno específico, muy duro pero productivo. Béjart demuestra siempre su capacidad para mezclar moderno con clásico, con puntas o sin ellas".

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Emanuelle Berard es una francesa que está en Lausana desde 1990: "He tenido mucho enriquecimiento personal, no sólo artístico. Aprendo y él da mucho siempre. Su generosidad, su manera de acercarnos a la literatura y al teatro. No es un hombre duro sino exigente, pero a la vez comprensivo".

Por su parte, la venezolana María Tosta disfruta su primera temporada: "Hice una audición y Béjart me tomó. Era una meta para mí, pues había algo en él que me atraía. Su personalidad es muy fuerte y su lenguaje maravilloso. El trabajo en la compañía exige un cierto nivel de comprensión, de cómo él manipula el gesto. Si esa conexión se establece, se puede decir que uno ha llegado a enterderle, a saber lo que quiere del bailarín. Él exige hasta con una mirada. Da libertad para el gesto, pero la exigencia se siente en el aire.

El cubano Julio Arozarena dejó su brillante carrera en Amberes para entrar en las filas de Béjart. "Fui a ver la compañía cuando estuvieron en Bruselas, tomé una clase y Maurice me llamó una semana más tarde porque quería hacer una creación con Marcia Haydée. Me lo propuso y todo funcionó. Estuvimos solos los tres en el estudio mientras la compañía giraba: Maurice, Marcia y yo. En una semana aprendí más que en dos años. Para mí el enriquecimiento con Béjart está en trabajar íntimamente. No es una cuestión técnica, sino del sentido que da al espectáculo, lo convierte en algo mucho más profundo. Ahora creó para mí el Ariel del King Lear Prospero, donde salto toda la noche, acabo roto, pero es bellísimo hacerlo".

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