Los conflictos familiares, causa del 62% de los intentos de suicidio de los niños españoles
La depresión, trastorno de personalidad y abuso de alcohol, otras motivaciones
MAYKA SÁNCHEZ "Ya no podía resistir más. Quería morírme porque ésta era la única forma de acabar con un sufrimiento insoportable", es la respuesta más frecuente de los niños y adolescentes que han intentado suicidarse cuando se pregunta ¿por qué?, relata la psiquiatra María Jesús Mardomingo. Esta especialista, jefe de sección de psiquiatría infantil del hospital Gregorio Marañón de Madrid, presenta hoy un estudio sobre niños y adolescentes que han pretendido poner fin a su vida, que revela que en el 62% de los casos existía una gran conflictividad familiar de larga duración.
Enfermedades psiquiátricas, como la depresión, los trastornos de personalidad y el abuso de alcohol, aparecen como otras causas importantes de intento de suicidio de los niños y adolescentes españoles. Mardomingo destaca la imposibilidad de contar con estadísticas fiables en este terreno, dado que, por una parte, únicamente esta penalizada la inducción o ayuda al suicidio, y por otra, se trata de una acto rodeado de tabúes. "De hecho, en muchos hospitales los ingresos por intento de suicidio no se registran como tales, sino como intoxicación medicamentosa, por ejemplo", añade.En ello coincide el doctor Josep Tomas Vilaltella, jefe del servicio de psiquiatría infantil del hospital Vall D'Hebrón de Barcelona, quien no obstante afirma que se estima que en España hay una incidencia de intentos de suicidio y suicidios consumados del 6 al 8% en la población infantil y adolescen te (hasta los 18 años de edad) Y añade que el 80% de los intentos y suicidios consumados se producen entre los 14 y 16 años.
El estudio del Gregorio Marañón pone de manfiesto que un 30% de los niños analizados tenía una relación problemática con el padre, y que en el hogar de un 33% este progenitor era alcohólico. "Este hecho subraya la importancia de la figura paterna en la educación de los hijos", dice la doctora Mardomingo, "aspecto que tradicionalmente ha sido bastante subestimado, dejando todo el peso en la madre, y que en el actual mundo laboral aún se hace más patente. Es muy frecuente en muchos hogares que los padres, hombres de negocios, ejecutivos o profesionales que dedican gran parte de su jornada al trabajo, apenas vean a sus hijos porque cuando llegan a casa ya están dormidos. Y esto el niño puede acusarlo de muy diferentes maneras. Hemos observado que la figura paterna es muy importante para el buen rendimiento escolar de los hijos y para la seguridad de las hijas".
Psicofármacos
En el trabajo dirigido por Mar domingo se ha estudiado du rante ocho años un grupo de 24 individuos, 4 niños y 20 niñas con edades entre 8 y 15 años al inicio y 16 y 23 al término, versus un grupo control de voluntarios de las mismas edades y características sociales, pero sin intento de suicidio. Los casos analizados pertenecían a distin tos estratos socioeconómicos.
El método utilizado por todos los que pretendieron acabar con su vida fue la ingestión de psicofármacos. Un 25% repitió el intento de suicidio en el periodo estudiado entre una y cinco veces. La diferencia en la proporción por sexos, según la psiquiatra, se explica porque la prevalencia de suicidios consumados es mayor en el hombre, ya que tiende con más frecuencia "a conductas violentas para solucionar sus problemas".
"El suicidio frustrado no significa que el niño no haya querido morirse realmente. La sociedad tiende a pensar que es una forma de manipulación de la tiranía que ejercen tantos ni¡íos. Sin embargo, en nuestro estudio constatamos que el 73% quería realmente poner fin a su vida", dice Mardomingo.
Para esta psiquiatra infantil, el tema del suicidio está rodeado de tabúes y de tópicos: "La familia y la sociedad en general lo consideran algo terriblemente vergonzoso que debe ocultarse a toda costa. Y, por otro lado, también tienden a minimizarlo, pensando que el niño no tiene conciencia de muerte y sólo ha querido dar un buen susto. Sin embargo, el suicidio es, después de los accidentes, la segunda causa de muerte entre adolescentes.
El niño o adolescente que intenta suicidarse suele ser solitario, introvertido y apenas tiene relaciones interpersonales. Un 50% de los estudiados, tengan o no no conflictos familiares, presentaba patología psiquiátrica, depresión no diagnosticada, trastornos de personalidad y abuso de alcohol.
"Hemos observado", comenta Mardomingo, "que los niños que han intentado suicidarse cuando llegan a jóvenes se casan mucho antes y con frecuencia por embarazos indeseados, abandonan precozmente el seno familiar por la conflictividad, sus relaciones interpersonales son escasas e inestables y su permanencia en el mismo puesto de trabajo es corta. Mientras están en edad escolar, se. observa que sólo un 25% mantiene la continuidad en los estudios y apenas un 75% acaba los estudios primarios, frente al porcentaje del 96% que se halla en el grupo control". "Este fenómeno", explica, "se acusa mucho más en el medio urbano, donde los padres tienen poco tiempo para dedicar diariamente a sus hijos.
La gota que desborda el vaso
"El fracaso escolar nunca es motivo suficiente para llevar al suicidio. Las malas notas que conducen a este extremo son la gota que derrama el vaso", afirma la doctora María Jesús Mardomingo. Esta psquiatra infantil considera que el intento de suicidio por malas notas enmascara una situación familiar desestructurada, generalmente una relación conflictiva con el padre."No es raro", continúa, "escuchar al niño en la consulta que su padre no le quiere. Esto prácticamente nunca se da con respecto a la madre. También puede deberse ese intento a que el niño sufra una depresión no diagnosticada. Es sabido que un buen rendimiento escolar, entendido como continuidad y regularidad en los cursos, es uno de los mejores signos de salud mental y equilibrio".
Para Mardomingo, está muy claro que la difusión del hecho del suicidio no induce a otras personas, niños o adultos, a cometer este acto.
"Es evidente", dice, "que muchas conductas humanas se desarrollan por mimetismo, y sobre todo en los niños¡ Pero un comportamiento de estas características jamás se lleva a cabo porque lo han hecho otros y la noticia se ve en la televisión o se lee en los periódicos. Quien desea suicidarse, ya sea por un problema psquiátrico o por una situación que es vivida como insufrible, lo intenta, lo hagan o no lo hagan otros. Y quien no siente impulso jamás se suicidará porque otros lo hagan".
En cualquier caso, esta psiquiatra sostiene que cuando un suicidio induce a otra persona al mismo acto es porque "ha sido la gota que ha derramado el vaso".
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