la vejez, vihuelas
La voz y la palabra
José Agustín Goytisolo, poeta y rapsoda. Paco Ibáñez, voz y guitarra. Teatro Marquina. Lleno. Precio: 2.500 pesetas. Madrid, del 1 al 30 de junio.
Ni Paco Ibáñez ni José Agustín Goytisolo son personajes viejos, pero sí animales viejos; más en concreto, zorros. En la presentación de ayer en el Marquina estaba el teatro lleno y durante toda la actuación no se escuchaba ni el aleteo de una mosca. Embrujaron al público."¿Cómo empezamos?", dijo Paco. "Como siempre", replicó Goytisolo. A partir de ahí se montaron un espectáculo lacónico a la par que preñado de alegrías. Una mesa, una silla, una banqueta, tres micros, una guitarra, un poeta rapsoda y un cantor: sólo esto consiguió crear un ambiente apto para todos los públicos y querencias. Se pueden encontrar en este recital colegios de EGB, grupos folclóricos, desencantados de la vida y de la política, vividores, punkis, intelectuales, trabajadores y gentes sin ningún tipo de adscripción.
José Agustín Goytisolo -elegante traje oscuro, flor amarilla en el ojal- es un poeta de masas, un rapsoda con vocación de multitud, un susurrador redomado de almas y de conciencias, un invitador al desparrame y al sosegado libertinaje. En su talante puede recordar a Nicanor Parra o a Eugeni Evtuchenko. Comenzó con un precioso poema autobiográfico, No sirves para nada. A lo largo de su intervención, que se iba intercalando con las canciones de Paco Ibáñez , Goytisolo derrochó sorna, bondad y estoicismo.
Recitó entre otros poemas, Porque tienes la piel fea, La nana de la adúltera, Mientras los autobuses aquietan la ciudad, Como lluvia de abril, El cazador o Palomas mil. Este último poema fue introducido así: "En Madrid hay muchas palomas. A Paco y a mí nos gustan mucho las palomas; y a mí además me gusta mucho cazarlas".
Paco Ibáñez, genio y figura, está, llegando a una elaboración sublime del arte del susurro. Está un poco más gordo que en otras ocasiones, la tripa pugna por salir. Y también pugnan por salir todas las riquezas que este ciudadano aparentemente triste lleva dentro. En la primera parte del espectáculo, que fue un mano a mano informal, interpretó, muy conectado con Goytisolo, algunas de sus canciones, como Y ríase la gente, Matrimonio incauto, Juventud divino tesoro, Todo en ti fue naufragio, Me queda la palabra, Palabras para Julia, y la versión castellana de La mala reputación, de Brassens.
Entre los dos, consiguieron hacer un canto a la vida y al optimismo a pesar de todas las cosas. En la segunda parte, Paco Ibáñez en solitario, cantó sus temas de toda la vida. A la vejez, vihuelas, es decir, alegría, parranda, ternura y una dulce amargura. Que no decaiga.
Babelia
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