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Teólogos críticos creen que el Papa ha cerrado en falso el sacerdocio de la mujer

El 'Ratzinger' español apoya la decisión porque los apóstoles eran hombres

Ha cerrado el tema "en falso o momentáneamente". Así opinan los teólogos españoles respecto a la carta apostólica del Papa que prohíbe el sacerdocio de las mujeres. Hay quienes opinan que es una posición consecuente con la tradición, pero que no tiene en cuenta la presencia de mujeres en el "movimiento de Jesús" ni a María Magdalena, que anuncia la Resurrección y aparece como "apóstola de apóstoles" en textos apócrifos. Critican también que se traslade al siglo XX la sociedad del inicio de la era cristiana, que era machista.

Carmen Bernabé, doctora en Teología y profesora de Nuevo Testamento en la Universidad de Deusto, es prudente, porque no ha estudiado todavía el documento pontificio. Pero entiende que el debate "no está cerrado", porque no se tiene en cuenta el movimiento de mujeres que se genera en torno a Jesús, con María Magdalena como máximo exponente. En el fondo, dice, está el debate en torno a la presencia de la mujer en la Iglesia, cuyo magisterio la presenta como mártir, virgen o madre de familia. "Se cierra los ojos ante la multiplicidad de funciones y ministerios de la mujer", señala. Y recuerda que, san Pablo, en la Carta a los Romanos, habla de otra mujer, Junia, como apóstol.El círculo de las mujeres en torno a Jesús es recordado por Antonio Piñero, catedrático de Filología Neotestamentaria de la Universidad Complutense, y por Juan José Tamayo, secretario de la asociación de teólogos Juan XXIII. Tamayo recuerda cómo en el apócrifo Pistis Sofia, de la iglesia primitiva y no reconocido por el magisterio, Pedro, celoso, dice a Jesús: "Haz el favor de dejar aparte a las mujeres".

El debate, a juicio de Tamayo, continuará abierto. "El Papa lo ha cerrado en falso", señala, porque no hay argumentos contrarios a la ordenación femenina. Tamayo echa mano del caso de María Magdalena, "primera testigo de la Resurección de Jesús y que comunica su experiencia a los varones en una sociedad en la que el testimonio de una mujer no tenía ningún crédito".

Sin carácter dogmático

Piñero, que dirigió en 1992 en la Universidad de Verano de la Complutense el curso Orígenes de los Evangelios, recupera la figura de María Magdalena, como una de las mujeres que acompañaron a Jesús en calidad "de apóstolas entre los apóstoles" en una realidad sociológica machista, que se traslada ahora al siglo XX. Piñero, que señala que el documento del Papa "es coherente con la tradición" del magisterio, señala, sin embargo, que "siempre hay una puerta abierta" para que la mujer pueda estar en pie de igualdad con el hombre en la Iglesia. La Carta, pese a ser apostólica, no tiene carácter dogmático, por lo que otro Papa puede cambiar la orientación.

Igual parecer tiene María Josefa Amell, presidenta del Colectivos de Mujeres de la Iglesia en Cataluña, para quien el problema no es si la mujer puede acceder al sacerdocio o no, si no que tenga "voz y voto" en la Iglesia.

El jesuita Manuel Alcalá, autor del libro La mujer y los ministerios en la Iglesia, interpreta que, con esta Carta, se cierra "momentáneamente" el debate interno de la Iglesia en torno a la ordenación femenima, particularmente fuerte en Estados Unidos, Canada y Centroeuropa. Piñero, que como Alcalá sostiene que este texto daña terriblemente el diálogo ecuménico, particularmente con la Iglesia anglicana de Inglaterra, va más allá. El catedrático de la Complutense sostiene que el Papa se "apunta un gran tanto", porque podrá recoger ahora a más disidentes de la Iglesia de Inglaterra que ha admitido el acceso de la mujer al sacerdocio.

Todas estas opiniones son rebatidas por Ricardo Blázquez, obispo de Palencia y presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe en España. Blázquez, el equivalente español al cardenal Ratzinger, reconoce que Jesús "rompió con los convencionalismos de su época hacia la mujer", pero también señala, apoyándose en el exégeta Hainsz Shürmann, que los elegidos para "el grupo de los 12", eran sólo varones. "Y así figura en las las cuatro listas que aparecen en el Nuevo Testamento, donde se distingue claramente entre discípulos, apóstoles y el grupo de los 12", zanja contundente. El obispo señala que Juan Pablo II cierra cualquier "expectativa" sobre la ordenación de la mujer en la Iglesia católica.

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