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Los nuevos pobres

Parados sin subsidio, mujeres y jóvenes copan la demanda de ayuda social

La pobreza ya no es exclusiva de los marginados. Mientras los expertos discuten sobre si la crisis ha tocado o no fondo, los servicios sociales ven cómo las peticiones de ayuda crecen con fuerza, sobre todo cuando los subsidios se agotan. El paro es determinante en la aparición de los nuevos pobres, dicen los expertos. Es un fenómeno sin cifras, que afecta a veinteañeros y también a personas por encima de los 40 años, muchas veces de clase media y que habían tenido una vida organizada sobre la base de un sueldo. En los albergues para gente sin techo, que el año pasado cobijaron a 10.000 personas, también hay universitarios.Los hombres sin casa hacen fila para entrar, a partir de las seis de la tarde, al albergue San Martín de Porres de Carabanchel. "Me he quedado sin trabajo", explica uno de ellos al fraile de la puerta. "Hay mucha gente que está así", tranquiliza el dominico. El nuevo entra. Dentro le aguardan personas en una situación similar. Como F., que llama la atención por su aliñado aspecto.

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F. es un universitario en la treintena que cada mañana sale bien vestido en busca de trabajo. Lleva aquí menos de un mes desde que le desahuciaron de la casa. Trata de no perder la esperanza, pero los datos le abruman: 406.200 parados (Encuesta de Poblacion Activa, EPA) en Madrid o 311.134 según el Instituto Nacional de Empleo (Inem). "Cuando salen las cifras del paro pienso que la posibilidad de salir de aquí se aleja".

"Cualquiera a quien le falle el trabajo es un pobre en potencia", afirma Antonio Rodríguez, coordinador del albergue. Y el trabajo le falla, según la EPA, a dos de cada 10 madrileños en disposición de emplearse.

El dominico Rodríguez hace el diagnóstico de lo que ve: "La antigua pobreza, la del mendigo transeúnte, se está sustituyendo por la de personas de un nivel social y cultural más alto. Esto demuestra la fragilidad de la estructura social, sobre todo del empleo y la vivienda".

Según sus datos, tres de cada 100 alojados en los cuatro albergues privados de Madrid tienen nivel universitario. Lo mismo le ocurre al 18% de los extranjeros acogidos (los foráneos son tres de cada diez albergados). Rodríguez cree que las familias van perdiendo solidaridad hacia sus miembros en mala situación. "Quizá es sólo porque los pisos van siendo muy pequeños".

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En Caritas conocen bien el problema. "Para nosotros, la crisis se traduce en más peticiones de ayuda, sobre todo de parados de larga duración que se quedan sin subsidio", afirma el subdirector de la organización en Madrid, Juan José Beltrán Yagüe. En la región hay 103.100 personas que llevan entre uno y dos años buscando un trabajo, y 113.500 están en esta situación desde hace más de 24 meses, según la última EPA.

92.000 sin subsidio

Malo es perder el trabajo, pero peor es quedarse después sin subsidio. En 1992, el 19% de los desempleados no cobraba ninguna prestación, pero el año pasado esta cifra subió hasta el 31 %, según el Inem. Ya son 92.002 los trabajadores madrileños sin trabajo y sin ayuda del Estado. Si se acaba la prestación sin que aparezca un nuevo trabajo, el abismo se abre bajo los pies.F. G. C., de 58 años, vive esta situación. El pasado 31 de diciembre se le acabó la prestación por desempleo que cobraba desde el cierre de la empresa Cedosa-Thomson. El Inem le ha negado la ayuda familiar a pesar de que en su piso, de 26 metros cuadrados, viven él, su mujer y sus tres hijos, uno de ellos con una minusvalía reconocida del 60% por la que el chico cobra una pensión de 32.000 pesetas. Toda la familia, excepto la mujer, que se encarga de hacer milagros con el presupuesto familiar, está apuntada al Inem. Este hogar se incluye en ese 9,8% de familias madrileñas en las que todos los activos son parados. En el 23,68% de las familias, al menos la mitad de las personas en edad de trabajar no lo hacen (datos EPA).

F. G. C. se reconoce como un ejemplo de la nueva pobreza. Empezó a trabajar a los 14 años y se considera "más pobre que el año pasado, y el año pasado, más pobre que el anterior". Su hogar ya no tiene teléfono, para no sumar más gastos fijos, y él, que calza unas zapatillas gastadas, se mueve en bicicleta por su barrio. Cuando lee el Segunda Mano para buscar un empleo es porque lo ha rescatado de una papelera. Vive tirando de la indemnización que recibió por el cierre de la empresa. Pero este dinero también se acaba. Los problemas económicos deterioran, además, la convivencia social y familiar.

L. R. R., de 51 años, mastica ese efecto cuando se sienta a comer a diario con sus dos hijos. Desde el 30 de septiembre de 1992 está en paro, porque cerró la pequeña empresa en la que trabajaba desde hace 30 años. No para de buscar trabajo. Le quedan seis meses de desempleo. Y después, ¿qué? Se pregunta si servirá para algo el esfuerzo universitario de su hijo.

Mujeres, también

Además de los parados sin subsidio las familias monoparentales (mujeres con hijos, sobre todo) son otro grupo que demanda cada vez más ayuda. "Estos dos colectivos han aumentado mucho desde el verano pasado", explica el subdirector de Caritas. La pobreza también se feminiza, sostienen los expertos.El deterioro económico "va llegando a estratos más elevados de la sociedad", prosigue Beltrán. Una prueba de ello es que ahora también se dirigen a la organización pequeños empresarios arruinados.

La nueva pobreza llega a las puertas de la Consejería de Integración. El ingreso mínimo de integración (IMI) tiene nuevos candidatos. En 1992, fueron 287 familias. En lo que va de año, 481 familias. "Y esta demanda es diferente. Predomina la gente con problemas económicos sobre los marginados", explica el responsable del IMI, Manuel Gómez. Según la concejal de Servicios Comunitarios, Ana María García Armendáriz, el 59% de los demandantes del IMI son parados que han agotado el subsidido. "También es muy preocupante que otro 7% sean jóvenes que buscan el primer empleo", añade. Las atenciones individuales de su concejalía han pasado de unas 110.000 en 1992 a 188.000 el año pasado. "El 70% de las personas atendidas son mujeres".

En la parroquia de los Jerónimos, su responsable de Caritas, Luis Alcoba, reflexiona` "No sé si hay más pobres, pero si que hay más necesitados. Cada vez viene más gente a pedir ayuda y trabajo. Pero aquí no podemos hacer milagros. Estos milagros les corresponden a otros".

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