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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Egin' y 'El Mundo' unidos en la campaña

LA PUGNA de los medios de comunicación por aumentar las tiradas y las audiencias e incrementar la influencia social suele respetar los códigos deontológicos básicos de la profesión. En España algunos procedimientos utilizados durante los últimos tiempos con ese propósito están desbordando las fronteras no sólo del juego limpio, sino de la simple convivencia. Esta especie de odiosa guerra entre medios periodísticos es, además, objeto de una peligrosa instrumentación político-partidista.Desde hace años, EL PAÍS -y por extensión su empresa propietaria, PRISA- está siendo objeto de una campaña deslegitimadora basada en su supuesta dependencia del Gobierno socialista. Los 12 años largos que dura esta campaña de agitprop, al más puro estilo goebbelsiano, no han logrado el principal propósito perseguido: desbancar a este periódico del puesto que ostenta como el de mayor circulación e influencia en España. Tal vez ese fracaso explique no sólo la multiplicación de los focos de lanzamiento de esa lluvia ácida de desprestigio, sino también la eleva ción del tono injurioso y el recurso a las más burdas calumnias e insultos. En este objetivo coinciden ahora -aunque con propósitos diferentes- los diarios Egin y El Mundo. Egin acusa -nada más y nada menos- a profesionales de EL PAÍS de haber cobrado fondos del Ministerio del Interior. Y El Mundo, entre otras cosas, asegura que nuestra posición editorial sobre el futuro de Felipe González obedece -nada más y nada menos- a las supuestas mercedes concedidas por el poder ejecutivo a la empresa editora de este periódico en, el terreno radiofónico y audiovisual.

La libertad de expresión ampara el ejercicio de la crítica en nombre del pluralismo político, la legitimidad democrática el control del poder. Pero ¿protege también esta limpia bandera las estrategias desestabilizadoras del sistema constitucional de Egin o la guerra sucia de El Mundo para ampliar su cuota de mercado?

¿Tienen que pechar con la carga de la prueba la Redacción de EL PAIS o su empresa editora para demostrar a sus compañeros de oficio su independencia profesional? ¿O están incurriendo los responsables de los medio s aludidos en un totalitario ataque a la libertad de expresión con el pretexto de defenderla?

En el caso de Egin no merece la pena insistir, pues son suficientemente conocidos sus puntos de vista, pero los responsables de El Mundo, bajo la careta de la libertad de expresión, intentan disfrazar sus legítimas ansias de mercado, fin por el que justifican cualquier medio.

"Lo malo, sin maestro se aprende", aseveraba ayer en su primera página El Mundo. No le faltaba razón. Pero habría que añadir que el contenido moral de una publicación no reside en los refranes de calendario que reproduce en su portada, sino en el talante y la limpieza con que sirve al interés de sus lectores. Si hay que juzgar la veracidad y transparencia de El Mundo por lo que narra y comenta sobre nosotros, hay que insistir en que nos hallamos ante un caso de permanente, sistemática y dolosa manipulación por parte de sus Principales responsables. Una manipulación basada en la difamación. Existen numerosísimos ejemplos.

Manipulan y mienten los responsables de El Mundo cuando aseguran que se ha vulnerado la ley en el proceso de concentración de la SER y de Antena 3. Existe un dictamen del Tribunal de Defensa de la Competencia y el Gobierno ha puesto severas condiciones a dicho proceso de concentración. Al igual que los delincuentes convictos, El Mundo sólo aprecia la independencia de los jueces cuando éstos le dan la razón. Cuando no es así, cuando se la niegan, pone en duda su profesionalidad y credibilidad.

Manipulan y mienten los responsables de El Mundo cuando afirman que la operación de compra de Antena 3 Radio por parte de PRISA, tendente a crear una gran corporación de radio junto a la SER y a modernizar y reforzar las estructuras del sector, ha supuesto una merma de la pluralidad informativa, pues los escasos comunicadores que abandonaron Antena 3 tras la llegada de PRISA encontraron pronto acomodo en otras empresas de la competencia, en las que realizan su labor con notable éxito de audiencia.

Manipulan y mienten los responsables de El Mundo cuando hablan de irregularidades en la concesión de la licencia a Canal +, y tendrán que aclarar ante la justicia y ante sus lectores a qué se refieren cuando escriben de "chanchullos exportadores" del presidente de PRISA y de EL PAÍS, al que tan insidiosamente atacan.

Manipulan y mienten los responsables de El Mundo cuando titulan 'El Gobierno pretende dar a Polanco y al BBV una licencia de 200.000 millones en relación con la, telefonía móvil, distribuyendo dolosamente la sospecha de corrupción o connivencias por el hecho de que PRISA participe en un consorcio que acudirá, con todo derecho, a la licitación en dicho concurso.

Según el propio diario explica, PRISA tiene el 10% de dicha empresa que, de fusionarse con la competidora del BBV, se reduciría a un 5%. ¿Es posible decir que una concesión a una empresa en la que alguien posee ese porcentaje es un favor a esa persona? ¿Por qué no se aplican la misma vara de medir cuando desde muchos sectores se ha calificado al diario de Pedro J. Ramírez de "periódico de Mario Conde" porque Banesto tiene un 4% de la propiedad del mismo?

El debate y el simple diálogo dejan de ser posibles cuando no existen valores mínimamente compartidos que sirvan de criterio dirimente para los desacuerdos y conflictos. No es posible siquiera un trato mínimamente normal cuando la calumnia y la injuria se han convertido en el lenguaje habitual de estos medios.

Hoy sólo cabe expresar la tristeza y la indignación que produce, ver utilizada la libertad de expresión como un guiñapo por un periódico adicto a la violencia y la extorsión, y por otro cuyo director alterna actitudes que parecen propias de la edad del pavo con una incontinente vocación radiofónica que hace recordar las arengas bélicas de Queipo de Llano.

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