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Dos investigadores de Harvard provocan una tormenta aI declarar peligrosa la margarina

Afirman que causa 30.000 muertes al año en EE UU y aconsejan usar mantequilla

Tormenta en los océanos de margarina: lo que parecía una alternativa sana a la mantequilla está bajo la sospecha de afectar peligrosamente al corazón, según dos investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (EE UU). El informe de Walter WeIlitt y Alberto Ascherio ha alarmado a los consumidores, ha enfurecido a los productores y ha provocado un debate con otros expertos. Los investigadores afirman que la margarina es responsable de la muerte de unas 30.000 personas cada año en Estados Unidos, y recomiendan consumir mantequilla.

Wellitt y Ascherio afirmaron en el American Journal of Public Health del pasado lunes que el tipo de grasa que se encuentra en la mayor parte de las margarinas y en otros alimentos frecuentemente utilizados en la comida rápida es responsable de la muerte de unas 30.000 personas cada año, una suma que representa el 6% de los fallecimientos debidos a problemas de corazón en Estados Unidos. Los investigadores pedían a la Administración que prohibiera o limitara el empleo de estas grasas, o que por lo menos exigiera que la información sobre el riesgo de ingerirlas estuviera presente en las etiquetas de los productos, y recomendaban el uso de la mantequilla como más segura para la salud que la margarina.

Colesteroles

El elemento de riesgo se encuentra, según los investigadores de Harvard -que respaldan una denuncia de un grupo de consurnidores-, en la transformación que se produce cuando los aceites vegetales líquidos con los que se elaboran margarinas y productos de pastelería o se fríen patatas son parcialmente hidrogenados y se convierten en grasas sólidas. "Estas grasas hacen mucho más daño que las grasas saturadas", asegura Willett, que afirma que hay datos nuevos que confirman que las grasas transformadas elevan lo que se conoce como "colesterol negativo" y reducen el "colesterol positivo". Las saturadas incrementan los dos tipos de colesterol. Por eso, las indicaciones oficiales recomiendan que para las patatas fritas, pollo y pescado de los lugares de comida rápida se utilicen grasas transformadas en lugar de grasas saturadas.La denuncia del peligro de las grasas transformadas no es compartida por otros expertos, que creen que no se ha probado en absoluto la relación entre estas grasas y las enfermedades del corazón. Nancy Ernst, coordinadora de nutrición de un organismo oficial de salud, afirma que "no se pueden atribuir alegremente estas 30.000 muertes a un producto sin contar con todos los datos que lo avalen". El Programa Nacional de Educación sobre el Colesterol tampoco ha rectificado por ahora su opinión, según la cual "las grasas transformadas no elevan los niveles de colesterol en la sangre en la misma proporción que lo hacen las grasas saturadas".

No hay consenso

Como es evidente, los productores han recibido especialmente mal el informe de los expertos de Harvard, y creen que, precisamente ahora que la Administración ha lanzado las nuevas etiquetas de información sobre contenidos nutritivos, sería un caos sugerir nuevos cambios sin datos suficientes que lo justifiquen. "El informe no tiene consenso por parte de los científicos", dice Timothy Willard, de la Asociación Nacional de Procesadores de Alimentos, que añade: "Esta industria acaba de gastarse 2.000 millones de dólares en las nuevas etiquetas, y añadir nuevos elementos que no estén claramente apoyados por datos sería desconcertante".El debate entre científicos y expertos sobre la repercusión de las grasas en los niveles de colesterol y su influencia en las enfermedades que afectan al corazón es seguido muy de cerca por los consumidores norteamericanos, especialmente cuando se ponen en cuestión productos que se consideran sanos.

Diversos estudios han demostrado que las grasas transformadas incrementan los niveles de lipoproteínas de baja densidad, el "mal colesterol", que aumenta el riesgo de ataques al corazón, y son también responsables del incremento de lipoproteína, otro elemento negativo, para el corazón.

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