Argentina detiene a un antiguo capitán nazi acusado de una matanza en Italia en la guerra
La policía federal argentina detuvo en San Carlos de Bariloche al ex capitán nazi Erich Priebke, de 81 años, acusado de complicidad en la ejecución de 335 italianos para vengar la muerte de 32 soldados alemanes en un atentado perpetrado por la resistencia partisana. Priebke, a quien se consideró tercero en la cadena de mando de la Gestapo en Roma, reconoció haber matado a una persona durante aquel terrible acontecimiento, ocurrido el 24 de marzo de 1944 en el interior de unas viejas minas de la Vía Ardeatina y llevado después al cine.En declaraciones a una emisora de radio bonaerense desde la localidad donde reside hace 46 años, el anciano, cuya extradición ha pedido la justicia italiana, afirma que "ninguno quería esa represalia. Eramos funcionarios de policía con poca práctica de armas. Era una cosa terrible para nosotros, pero teníamos que cumplir con las órdenes, de otra forma nunca hubieramos hecho nada de eso". Rubén Beraja, presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) no acepta, sin embargo, el arrepentimiento del detenido. "Estaba profundamente involucrado en la persecusión antisemita", afirma. Priebke, detenido en la noche del lunes, permaneció 20 meses en un campo de prisioneros y según sus manifestaciones recibió ayuda del Vaticano para dejar Italia.
El atentado al que siguió la histórica matanza, ordenada personalmente por Adolf Hitler desde Berlín, tuvo lugar el 23 de marzo. La explosión de una bomba ocultada en un carro de basura diezmó una compañía de las SS, tropas de élite, que marchaba en formación en pleno centro de la capital italiana. La represalia anunciada fue ésta: de no entregarse los autores del atentado morirían diez italianos por cada alemán caído.
El comando partisano no se entregó y Herbert Kappler, máximo responsable de la Gestapo en Roma y absuelto en Venecia por un tribunal inglés, procedió a la redacción de la lista de condenados a muerte. Asistido por Priebke y otros oficiales, y al no encontrar suficientes detenidos en las cárceles, principalmente en la de Regina Coeli, el comandante nazi echó mano de cuatro menores y 75 judíos para completarla. Fueron fusiladas quince personas más de las establecidas en el escarmiento de Hitler: diez por deseo de Kappler y cinco por error.
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