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La rocambolesca historia del robo de 'El grito'

El infiltrado que descubrió a los ladrones acabó detenido por la policía

El rocambolesco robo del famoso cuadro El grito, del pintor noruego Edvard Munch, y su posterior recuperación ofrecen todos los elementos de un filme policiaco de intriga con trazos tragicómicos. Así, por ejemplo, Einar-Ture Ulving, un conocido marchante noruego que durante casi dos meses fue el topo de Scotland Yard y de las autoridades del Museo Nacional de Oslo, y quien consiguió establecer el contacto con los ladrones, acabó encarcelado por la policía noruega, que desconocía el papel que había desempeñado en desenmascarar a quienes tenían el cuadro en su poder.

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Cuando en la tarde del pasado domingo El grito, una de las señas de identidad culturales noruegas, retornó a su antigua ubicación en las paredes del Museo Nacional de Oslo, acabó una pesadilla que había durado exactamente 85 días. Curiosamente, la operación de colgarlo duró más tiempo -10 minutos- que el que habían tardado los ladrones en descolgarlo y salir por una ventana durante la noche del viernes 11 del pasado mes de febrero; exactamente 50 segundos, inmortalizados por la cámara de vídeo de seguridad.Se desconocen aún muchos detalles de la operación policial, pero se sabe que Ulving, de 41 años, fue el especulador elegido por la policía británica, que ha colaborado con las autoridades noruegas, para establecer los primeros contactos con los ladrones del cuadro. Tras algunas conversaciones telefónicas y a través de intermediarios, Ulving, haciéndose pasar por un representante del famoso museo J. Paul Getty de Malibú (California), consiguió contactar personalmente con los ladrones la semana pasada en un hotel de Asgardstrands, en el archipiélago de Oslo. Ulving se mostró dispuesto a pagar la suma de tres millones de coronas noruegas para evitar que una obra que pertenece al patrimonio cultural de la humanidad pudiera perderse o dañarse y devolverla al Museo Nacional de Oslo.

De ladrón a héroe

Durante la entrevista pudo comprobar que el cuadro estaba en buenas condiciones y sólo presentaba un pequeño rasguño en la tela fácilmente restaurable. Acordados los términos de la operación de venta, ésta debía concretarse el sábado pasado en el Gran Hotel de Oslo. Allí concurrieron los intermediarios donde además del comprador se encontraron con los hombres de Scotland Yard discretamente camuflados entre los huéspedes del hotel.Los vendedores fueron detenidos y Ulving se retiró a su domicilio, pero allí fue detenido por la policía noruega que no estaba al tanto de las entretelas de la trama, y permaneció varias horas en prisión en una celda desprovista de toda comodidad y sin poder contactar con su abogado. Rápidamente, aunque no tanto para la víctima del equipo, las cosas se aclararon y el ladrón "se transformó en el héroe".

Este robo histórico ha coincidido en su final con otro acontecimiento, importante, dentro de la obra de Munch. Ayer se anunció el descubrimiento de tres litografías desconocidas del artista noruego. Los grabados proceden de una colección artística del Archivo Nietzsche, creado por la hermana del filosofo alemán, que permaneció prácticamente inaccesible en la ciudad de Weimar en los tiempos de la República Democrática Alemana.

Las tres litografías datan de la estancia de Munch en Weimar, en los años 1905 y 1906, y representan, una a Friedrich Nietzsche, otra al arquitecto Henry Van Velde y la tercera es un autorretrato.

Los expertos esperan hacer más hallazgos y averiguar, sobre todo hasta qué punto son ciertas las sospechas de que la hermana del filósofo manipuló parte de sus textos tardíos.

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